La visita del presidente del Ecuador, Guillermo Lasso, a China es una muestra clara de la prioridad que tiene el gigante asiático en la agenda exterior del país. En efecto, se busca afianzar los lazos con uno de los países que lideran el comercio y la economía mundial, así como el mercado de vacunas contra la COVID-19. China, además de ser nuestro segundo socio comercial, es uno de los países con los que hemos fortalecido las relaciones a todo nivel desde hace quince años.
El giro que busca Lasso en cuanto a alejarse de las administraciones de Correa y Moreno, en este caso se ha visto matizado por las necesidades económicas, financieras y sanitarias del país. Es así que, desde el inicio de su mandato, ha expresado claramente que no descuidará el vínculo con China, país que, a pesar de tener un modelo político distante del liberal, representa en lo económico un socio ineludible e importantes oportunidades.
Cuando el presidente ecuatoriano menciona gratitud hacia el gigante asiático, hay que considerar que, en el contexto de pandemia, China ha provisto de la mayor cantidad de vacunas al Ecuador por medio de adquisiciones, pero también las ha donado, al igual que una serie de insumos médicos. Sin embargo, temas sensibles como la intención de liberar el petróleo de créditos con los bancos chinos, la renegociación de pagos, la necesidad del respeto a las áreas protegidas por parte de flotas chinas, o la posible firma de un tratado de libre comercio, hacen necesarias negociaciones presenciales.
En este sentido, es fundamental que la misión ecuatoriana tenga claros los objetivos y cómo lograrlos a través de una negociación que sea beneficiosa para el país. Aquí el rol del nuevo Canciller y su equipo es clave para marcar una hoja de ruta factible y que responda a los retos del contexto post-pandemia. El posicionar de manera explícita las implicaciones de una política exterior pragmática frente a un socio tan importante como China, puede sentar las bases para evitar ser uno de los campos de rivalidad entre dicho país y EEUU, sobre todo en el actual momento de tensiones en el ámbito comercial y de seguridad.
Más aún, es importante democratizar cada vez más la política exterior, haciendo que temas como la protección ambiental, derechos laborales, acceso a mercados, puedan ser discutidos con los sectores de la sociedad civil involucrados. Solo de esta manera los logros diplomáticos podrán generar resultados y beneficios de largo plazo para el Ecuador.