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El Telégrafo

Además de espiar, intervenir

27 de diciembre de 2013

No vaya a creerse que de solo espiar vive EE.UU. Para algo se espía: para intervenir. De modo que, además de espionaje global e ilegal, hay intervenciones encubiertas, algunas nítidamente ilegales, en escala internacional y -a menudo- también global.

Lo descubierto en Colombia, no por esperable deja de ser escandaloso. La CIA y la Agencia Nacional de Seguridad (sí, la misma incursa en procesos de espionaje) son parte de la institucionalidad estadounidense comprometida en la persecución y asesinato de dirigentes de las FARC.

Y decimos ‘asesinato’ porque, hasta donde sabemos, el Estado de derecho no responde simétricamente a la violencia armada civil, sino que tiene que llevar a juicio a quienes se han alzado contra el orden vigente. Solo en caso de darse en combate abierto, se justifica la muerte de los sublevados, pero no en cualquier caso, lo que hace inaceptable que sean muertos de cualquier manera.

Lo cierto es que la población y la prensa colombianas no sabían que EE.UU. actuaba dentro de su territorio como si fuera el propio. No había constancia de tratados que fueran socialmente conocidos, por los cuales las fuerzas de seguridad estadounidenses pueden actuar en Colombia como en su propia casa. Recordemos que durante un largo período la potencia del norte presionó para obtener ‘acuerdos’ de impunidad para sus propias fuerzas en otros países, de modo que un nativo iba preso si cometía un delito en su propio territorio, pero un extranjero soldado estadounidense gozaría de ‘inmunidad (léase impunidad) diplomática’ para delinquir a mansalva. Se hace ahora imprescindible -no solo para Colombia sino para la seguridad de toda la región- que se conozcan públicamente los términos de los acuerdos secretos del Gobierno colombiano y de sus FF.AA. con Estados Unidos. Esto es más urgente aún, si se recuerda que EE.UU. acordó instalarse en casi diez destacamentos militares colombianos, luego de que Ecuador liberara de tropas extranjeras a la base de Manta, a comienzos del gobierno de Rafael Correa.

Por cierto que la muerte de Reyes dentro de territorio ecuatoriano es a la vez rozada por esta situación: aparentemente, hubo intervención estadounidense en lo que fue el inicio de una fuerte tensión diplomática entre Ecuador y sus vecinos de la frontera norte.

Ya no son los tiempos del ‘patio trasero’, la Guerra Fría y el intervencionismo flagrante. Los pueblos y sus gobiernos tienen hoy mejor y más clara asunción de sus derechos y sus prerrogativas.

Ojalá pudiera ser esto entendido desde la gran potencia del norte, que continúa agrediendo permanentemente al mundo con sus asesinatos por drones, su espionaje indiscriminado y total, y sus intervenciones diplomáticas y militares permanentes, que no por encubiertas y clandestinas dejan a menudo de hacerse visibles.

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