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El Telégrafo

Abusadores del “4º poder” temen a Ley de Comunicación

11 de mayo de 2013

Los propietarios de los medios de comunicación “independientes” prensa, radio y televisión, siempre se han creído un poder del Estado y desde esa ficticia visión logran beneficios  como copartícipes en el manejo de la administración pública en complicidad con sus allegados, la derecha política, sectores comerciales, bancarios y mafias oligárquicas; pero con el advenimiento del Gobierno de la Revolución Ciudadana, gestor de cambios profundos en la estructura socioeconómica del país sienten el debilitamiento de su otrora hegemonía mediática y la merma de utilidades en el negocio de la información.

Esa prensa privada, seriamente comprometida, en el transcurso de la era republicana, con el poder económico, utiliza como égida las cansinas frases: “En defensa de la libertad de expresión”, “por una libertad de prensa”, “no al silencio”, “yo soy libre”, “pite a la democracia”, entre otras, y selecciona a gremios en decadencia e instruye a sus empleados para formar escándalos, lanzar amenazas y promover boicots en su fallido intento de causar daño al régimen de Rafael Correa y frenar la impostergable expedición de la Ley de Comunicación.

Organizaciones nacionales y foráneas, todas dependientes  del capital norteamericano, con increíble audacia, gritan hasta el cansancio: “que se respete en Ecuador la libertad de prensa como componente de la democracia y que se garantice a los periodistas a trabajar sin miedo o temor a represalias”. ¡Qué cinismo!, ¡qué sarcasmo! “Ecuador en la lista de países sin prensa libre”. No  saben qué hacer y decir. Fracasaron, la campaña  callejera, ley mordaza y los plantones de los periodistas fracasados.

En la prensa comercial laboran los editores con sueldos aristocráticos y articulistas decididos a defender tesis de los empresarios y a combatir a quienes consideren un peligro a los intereses de los dueños del negocio. Los reporteros con sueldos irrisorios son los soldados que se movilizan en el campo de la noticia. La indagación de los sucesos acarrea riesgos  y cientos han caído en el escenario de la guerra y en el territorio del narcotráfico.

Hoy hipócritamente, les dedican notas de pesar, y los erigen por conveniencia en símbolo de lucha por la libertad de expresión; mientas editores y columnistas, desde sus cómodos escritorios, aparecen fustigando al gobierno de Alianza PAIS, con titulares escandalosos, noticias cercenadas, confundiendo opinión con injuria y quejándose a su vez ante el imperialismo y los Derechos Humanos de que no los dejan trabajar con plena libertad.

¿Dónde constan la censura y persecución? La mayoría de ecuatorianos acepta que la libertad de expresión, como derecho ciudadano, se afianza con el surgimiento de los medios públicos y comunitarios. Hoy el tratamiento de temas y la difusión de los sucesos se aprecian desde diversos ángulos que confluyen en un justo equilibrio en el proceso comunicacional.

El bullicio callejero, los foros amañados y las denuncias de los periodistas quejumbrosos carecen de eco. En el fondo se teme la expedición de la Ley de Comunicación que con su vigencia terminará con el “cuarto poder” y se dará paso a un periodismo serio: difusión de hechos verdaderos y con pluralismo, hasta la formación de una correcta opinión pública.

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