Los abismos, quebradas, cañones o cualquier nombre con que llamemos a estas grandes aberturas de formas caprichosas por cuyo fondo comúnmente corre agua en grandes o pequeñas proporciones, son atractivos que cautivan al ser humano desde siempre.
De hecho, el deporte de moda en Ecuador es el “canyoning”, que implica descender cascadas, que realmente es un subproducto de la espeleología europea, cuyos científicos debieron aprender a usar técnicas verticales para bajar por cascadas que comúnmente salen de las cuevas. Los españoles le transformaron en “barranquismo”, que consiste en andar por el fondo de una quebrada viviendo la aventura de no romperse una pierna conociendo la singular flora y fauna que resguardan estos sitios secretos que recrean microclimas y microecosistemas.
Pero el solo contemplar grandes abismos es ya de por sí una aventura.
El famoso Cañón del Colorado en Nevada, EE.UU., es tan gigantesco que se ingresa al mismo en helicópteros que dan paso a paseos en cuadrones y con suerte se fotografían chivos que deambulan por su desértico fondo, donde las viejas minas de oro son los nuevos atractivos.
Al atravesar Nevada en automóvil se toma altura y los abismos empiezan a ser anunciados con señalética que indica ¼ de milla antes el “Point View” que es una ampliación de la carretera, hecha para que el conductor pare, se estire, descanse, se informe y tome la foto de rigor que mostrará a su familia orgulloso de lo hermoso que es su país.
En Brasil, los Aparados da Serra en Cambará do Sul, son monumentales hendiduras que conmueven y maravillan a quienes tenemos la suerte de estar allí, gracias a la excelente organización turística entre sector público y los campesinos que bailan con sus trajes gauchos y comparten el asado antes de la expedición.
En Ecuador, cuando traspasamos cualquiera de las dos cordilleras, existen innumerables sitios donde uno desea parar para tomar una foto de nuestros paisajes de ensueño, pero no es posible hacerlo, pues de estacionar el coche se corre el riesgo de ser atropellado, ocasionar un choque o desbarrancarse. La construcción de nuestras carreteras no contempla este ingrediente paisajístico que promovería mejor el turismo.
Quizá la ruta Guaranda-Babahoyo es la que tiene los atardeceres y abismos más hermosos de Ecuador, en especial cuando se zigzaguea por Balsapamba. Claro que los habitantes de Chunchi podrían contradecirme y afirmar que sus barrancos y atardeceres son los más enternecedores.