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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

A perfeccionar la obra revolucionaria

04 de diciembre de 2015

Muchas veces se ha dicho, especialmente por maniqueístas ideológicos, que el entorno de la praxis política, siempre palpitante y difícil, estaría fuera de la moral sustantiva, tal afirmación ha sido la armadura de los deshonestos e incapaces, y que en nuestra realidad republicana han acompañado a la mayoría de los mandos oligárquicos, a excepción de paréntesis civilizatorios en los regímenes de los presidentes Alfaro y Correa. Eloy Alfaro logró sacar a Ecuador de telarañas decimonónicas hacia las luces del siglo XX, en un país que había ignorado los básicos adelantos de la revolución industrial europea, que con toda la carga de malestares y agresiones al género humano, como propia expresión del capitalismo generaba, pero que en cambio entregó prodigios y aportaciones al progreso de las gentes. La insurrección armada alfarista tuvo instantes luminosos y lúgubres, basta con señalar la construcción exitosa del ferrocarril que unió las regiones de esta tierra y la muerte del caudillo radical y sus tenientes en la hoguera de El Ejido. Rafael Correa -no es una exageración decirlo- sigue trabajando en su cruzada para que el Estado supere el atraso económico, cultural y ético en el que transitó casi cien años. Y es que el llegar al año 2000 e ingresar al tercer milenio nuestro patria, tuvo hartazgo de injusticias y latrocinios cuyos efectos aún permanecen. Sumergida en la mayor crisis financiera y social, como colofón de la quiebra bancaria, la nación ecuatoriana sufrió el éxodo de sus hijos más arrojados, los migrantes. Y pensar que ahora muchos de los culpables de esa hecatombe económica y social, que destruyó la familia ecuatoriana, quieren arrebatar el poder político al pueblo, amparados en la acción mediática y de personajes y personajillos que tuvieron alguna función en el Estado burgués. Y que hoy surten presagios derrotistas y profecías de alquimia politiquera alineados en labor diaria y falaz, que no respeta nada ni a nadie. En la actualidad frente a la candidatura de Lenín Moreno, ya afilan garras.

La estrategia de la derecha política es y será del desprestigio sostenido, y la calumnia ramplona constante seguirá en su manejo infame. Incubada en grandes salones plutocráticos o en fiestas ‘peluconas’ para descender a los oídos de bobalicones con cerebro desgastado para luego decirlo a otros tantos, y subirlo a las redes sociales. Los que usufructuaron del régimen de la Revolución Ciudadana son abanderados de las maledicencia que pocos difunden y que otros pocos leen, no obstante lo construido: infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria, de educación, seguridad salud cultura, turismo, y una política exterior que resplandece en soberanía, obra fecunda que no existe para ese grupo de pensamiento nefasto. Es evidente que falta mucho por hacer, por tanto, debe seguir lo planificado y afianzar lo logrado, exigir eficiencia a todos: ministros, gobernadores, aun a los niveles administrativos menores. No es posible que ruegos de audiencia a autoridades seccionales no se logren ni en 60 días. Las actitudes displicentes, torpes, en proyectos emblemáticos deben cesar. He sido testigo de anomalías en el programa ‘Santay’. El sábado pasado, cuando turistas nacionales y extranjeros regresaban de ese bello lugar, extrañados por la imposibilidad de realizar el ciclo paseo por la negativa de alquilar bicicletas, pregunté. La respuesta del encargado fue: “Son las tres y media de la tarde y es sábado”. Eso sí, advertían a quienes los escuchaban sobre los peligros y robos en la caminata. Entonces, ¿se puede hacer turismo ciudadano con esas políticas y con esos servidores? En todo caso, el nuevo titular de la cartera, Fernando Alvarado, que es un hombre conocedor del tema y de eficientes ejecutorias, sabrá poner articulación y orden. (O)

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