Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

A la caza de Snowden

19 de julio de 2013

Estados Unidos ha sido mostrado operando ilegalmente en todo el mundo y en todo momento. No cometiendo un delito, sino haciendo la comisión permanente de un número incontable de ellos de manera constante y consecutiva.

Asentado en su poder militar, el país del norte ha renunciado a la legitimación. No dice ya que defiende la democracia o que protege derechos. Con una tenue y mínima fachada legal, pretende que consideremos que el peso de lo ilegal recae unilateralmente en Snowden, y que ellos tienen pleno derecho a juzgarlo. Ese derecho parece tener algunas continuidades nada legales que EE.UU. poneen juego: amenazas a autoridades gubernamentales latinoamericanas por vía de llamadas telefónicas,órdenes a autoridades europeas para que interceptaran el vuelo del presidente Evo Morales, “advertencias” de indisimulada vehemencia para que Rusia no dé asilo al perseguido. Una cacería humana asimétrica e implacable, brutal y hecha a ojos vistas de todo el planeta, mientras no hay el menor indicio de que exista disposición para discutir el espionaje ilegal que está en la base de toda esta situación.

El Gobierno brasileño ya lo ha dicho: las “explicaciones” dadas por Estados Unidos son insuficientes. La gran potencia juega a que nos acostumbremos a lo horrible y lo tomemos como trivial. Como en el Gran Hermano de Orwell, deberíamos acostumbrarnos a ser potencialmente espiados toda nuestra vida, como si eso fuera un destino o una desgracia natural, como un terremoto o como la lluvia.

La saludable reacción latinoamericana no estaba en el cálculo estadounidense, azuzada por la grosera acción contra Evo Morales, que fuera llevada  a cabo precisamente desde la ceguera que dan la prepotencia y la sensación de impunidad. Ahora hay que discutir todo esto en la ONU, la OEA y demás organismos multilaterales; es imprescindible que la cuestión sea dilucidada, y que se tomen medidas fehacientes y estrictas para limitar los alcances del espionaje descubierto.

Entretanto, ojalá alguna lucidez se abra para el coloso del norte a partir de la protesta de los países de Sudamérica. El poder debiera basarse en el prestigio, el consenso y la legitimidad. Basarlo solo en la fuerza y la imposición es una política de patas cortas. La Trilateral Comission lo entendió así hace algunos años y sugirió mostrar a los países del capitalismo occidental como los paladines de la ley y la democracia: exactamente lo contrario de lo que estamos condenados a ver en el caso Snowden.

Contenido externo patrocinado