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El Telégrafo

A cien años de la “Hoguera Bárbara”

06 de enero de 2012

Uno de los hechos que marcará el 2012 es, sin duda, la conmemoración del Centenario de la denominada (por Alfredo Pareja Diezcanseco) “Hoguera Bárbara”, en la cual fue asesinado Eloy Alfaro, sus hermanos Flavio y Medardo, Luciano Coral, Ulpiano Páez y Manuel Serrano.  Luego fueron arrastrados desde el penal García Moreno hasta El Ejido, por una turba que después los incineró.

Eloy Alfaro Delgado es uno de los pilares fundamentales en los que  se asienta la profunda vocación democrática de los ecuatorianos.  Conmemorar los 100 años de su asesinato es una manera de recuperar sus sueños, sus ideales, su lucha, su espíritu revolucionario, pero también sus logros. La Revolución Alfarista transformó, de manera profunda, las condiciones políticas, sociales y culturales del Ecuador. Los excluidos y olvidados se convirtieron en ciudadanos con derechos civiles y políticos. Creó el registro civil, eliminó el concertaje, nos dejó una educación para todos, laica y gratuita. Reivindicó a la mujer, fundó la Escuela de Artes y Oficios y la Escuela de Bellas Artes. Profesionalizó las Fuerzas Armadas, integró la Costa con la Sierra a través del ferrocarril y concibió al Ecuador como  parte de una gran nación, de una comunidad internacional soberana e independiente.  

Pero sobre todo, el “Poeta de la Espada” (como lo llamó Vargas Vila) nos legó un sentido distinto del ser patriota y ciudadano. Nos heredó un país de derechos y libertades. Y lo decía con frecuencia y absoluta claridad: “La libertad no se implora de rodillas, se la conquista en los campos de batalla”.

En el acta de defunción se menciona que el motivo de la muerte fue “asesinado por el pueblo”. Motivo que, en el transcurso de los años, se ha desvanecido, ya que más bien fue alentado por los poderes conservadores de aquellos años. El viejo y querido luchador implementó las más amplias libertades, como las de pensamiento, cultos y prensa. Esa misma prensa que, luego, los poderes conservadores la utilizaron no solo para ofenderlo sino para generar un ambiente hostil (que desencadenó los hechos del 28 de enero), tal como lo podemos leer en el diario
El Tiempo, de Guayaquil, el 8 de enero de 1912: “Los Alfaros son imposibles; si ellos intentan regresar, los liberales, radicales y conservadores, nos uniríamos con el gran pueblo para rechazarlos o para incinerarlos si cayeran prisioneros”.        

Recordar los 100 años de su asesinato debe ser también una manera de reafirmar nuestra convicción de cambio y transformación, a través de la Revolución Ciudadana, para profundizar aquellos logros de la Revolución Alfarista y, sobre todo, para  que los sueños truncados por la “Hoguera Bárbara” hoy se hagan realidad.

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