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El Telégrafo

A Camila todos la adoran

03 de febrero de 2012

A Camila Vallejo todos la desean. Su presencia causa furor en cuanta concentración y reunión política se organiza. Recibe invitaciones de todo el mundo. No hay país en América Latina que no la invite. Ecuador no es la excepción; es más, en varias ocasiones se ha anunciado su presencia, pero Camila ha preferido viajar a Europa, ahora mismo está en Alemania.

Camila llamó la atención desde el primer momento cuando, como presidenta de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), empezó a encabezar las marchas de protesta contra el Gobierno, no pasó desapercibida y se convirtió en una líder del movimiento estudiantil chileno.  Su bello rostro, la convicción de sus discursos y sus respuestas, frontales y directas, generaron inmediatamente una gran adhesión, no solo entre los estudiantes sino también entre los adultos y militantes de izquierda. Los medios de comunicación la adoran, cada día recibe al menos una docena de solicitudes de entrevistas.

Camila es una joven estudiante universitaria (estudia geografía) de 23 años, militante del Partido Comunista de Chile. Posee no solo una gran belleza física, sino también un gran carisma y una particular lucidez política. Como muchas jóvenes de su edad, lleva un “piercing” en su nariz, viste camisetas y jeans. Es partidaria del aborto, del derecho de las minorías sexuales y de la despenalización de la marihuana. Actualmente es vicepresidenta de la FECH y seguro en las próximas elecciones de su país será candidata.

Ser bella seguro no le hace ninguna gracia, por ello en un discurso, respecto al tema de género, afirmó: “La mujer es excomulgada por fea y también cuando es bella. En el primer caso se dice que es repulsiva, en el segundo provocadora. Cuando no es lo uno ni lo otro la tildan de mediocre”.     

El movimiento estudiantil chileno sacudió los cimientos de la democracia chilena y destapó el velo que ocultaba la inequidad de una sociedad que se había convertido en paradigma del capitalismo neoliberal. Y, sobre todo, evidenció un sistema educativo que solo quería el lucro y que solo era accesible a quien podía pagarlo. Así, Camila lo tiene claro: “Nuestro reclamo no se queda en las aulas. Trasciende sus ventanas para transformar el mundo”.

Precisamente, Camila acaba de publicar el libro “Podemos cambiar el mundo”, en el cual, a través de sus discursos y entrevistas, revela su pensamiento. Sin embargo, también se confiesa agobiada. Por ello, en una reciente entrevista fue muy franca: “La gente quiere que tenga respuesta para todo y tienen la expectativa de que voy a cambiar Chile yo sola. En la calle me gritan: ‘¡Los apoyamos, no nos abandonen!’. Pero la responsabilidad, chucha, es de todos. Yo soy solo una joven de 23 años...”.

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