El fin de semana pasado se celebraron 6 años del inicio de un proceso de cambio en las estructuras sociales y económicas de nuestra patria, llevado a cabo por el gobierno de Rafael Correa. Han sido tiempos de ardua labor en favor de los sectores más vulnerables de la sociedad ecuatoriana, canalizando los recursos del Estado para mejorar la educación, con la creación de las escuelas del milenio y proyectos como la Ciudad del Conocimiento, entre otros; la atención en salud pública, con la dotación de equipos y medicinas para los hospitales, con la contratación de buenos profesionales para brindar mejores servicios sociales.
También hay que destacar el apoyo que este Gobierno ha dado a los agricultores, a través de los créditos otorgados por el Banco Nacional de Fomento, a fin de aumentar la producción agrícola y dinamizar la actividad económica en el campo, evitando la migración a las ciudades.
Durante este período se han materializado las más caras aspiraciones del pueblo, recuperando la autoestima de los ecuatorianos, muy venida a menos luego de más de 30 años de gobiernos neoliberales.
Hemos visto reparada toda la red vial del país, con puentes y carreteras que han unido a las grandes y pequeñas ciudades, favoreciendo el intercambio comercial y el turismo e impulsando la creación de nuevos negocios en torno a esas actividades. Asimismo, este Gobierno ha construido grandes obras de infraestructura, como las hidroeléctricas, que nos harán autosuficientes en materia energética en un futuro cercano.
En otro ámbito, debo recalcar el mejoramiento en la calidad de los servicios públicos, seleccionando a los hombres y mujeres más preparados académicamente y con solvencia moral comprobada para que ocupen los cargos públicos, dándoles la categoría de servidores, ya no de funcionarios con privilegios y prebendas como sucedía antes del actual régimen. Ahora, para ingresar al servicio público y al sistema judicial, hay que participar en rigurosos y transparentes concursos de oposición y méritos.
Nadie en sus cabales puede desconocer la inmensa obra pública desplegada por el gobierno de la Revolución Ciudadana en beneficio de todos. Sin embargo, un proceso revolucionario como el emprendido por el presidente Correa no debe culminar en un ciclo relativamente corto de seis años. Para lograr un cambio estructural se necesitan muchos años más de acción colectiva bajo el liderazgo de un gobernante serio y comprometido con el bienestar de su pueblo. Aún queda mucho por hacer.
Este proyecto político es fundamentalmente de los jóvenes de nuestra patria, quienes con vigor, coraje y valentía quieren transformar al Ecuador desde sus cimientos y construir un país desarrollado con igualdad de oportunidades. En la juventud revolucionaria ecuatoriana se funden los sublimes sentimientos y las nobles realizaciones, que con ahínco, dignidad y altivez nos orientan por la senda del cambio para edificar una sociedad más justa y solidaria.