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El Telégrafo

28 años buscando justicia

03 de octubre de 2013

Hablan de venganza, sacan a relucir sus fobias y odios. Posan su amargura en los gestos y los adjetivos. Se asumían inmunes a todo. Invocan a un dios que jamás les perdonaría sus crímenes. Piden sanción como si no hubiesen sido ellos los carceleros de quienes ahora, 28 años después, pueden recibir justicia sin religiosidad alguna.

No sé por qué siempre que hay noticias de este tema saltan en las redes sociales un montón de trolls a proferir las mayores ofensas y a invocar las más remordidas argucias para defender esa perversidad que ahora se castiga con la ley en la mano: el cometimiento de delitos de lesa humanidad. Y eso se traduce en defender a los culpables directos, a aquellos que desde el poder político, policial y militar desaparecieron personas, nos humillaron en las mazmorras, nos golpearon con saña y nos hicieron sentir el peso de su odio ideológico.

¿No fueron esos comandantes los mismos que se ocultaban en capuchas en las salas de tortura? ¿No fue ese ex alto jefe policial el que entraba, con pistola en mano, a decirnos que prefería guerrilleros muertos a presos políticos? ¿No fue él quien decía que si salíamos libres nos mandaba a matar en la calle como a perros? ¿No utilizaron a mujeres perfumadas para seducirnos en los calabozos para que digamos las supuestas verdades que nos salvarían de décadas de encarcelamiento?

“Ahora la mayoría de medios de prensa privada y comercial no son defensores ya de las nobles causas de los derechos humanos...”Desde las más indefendibles filosofías dicen que los exguerrilleros deben estar presos por los delitos cometidos. ¿No fuimos detenidos, procesados, torturados y vilipendiados por esos delitos? ¿Cuántos de nosotros no cumplimos con nuestras condenas legales y estuvimos más tiempo del que ordenaban las sentencias de los jueces de entonces? ¿Quieren ellos instalar la cadena perpetua? ¿Usan este momento para ofender a la justicia y al Gobierno que, tras casi tres décadas, hizo lo que no hicieron todos los gobiernos y todos los jueces de estos 28 años?

Y para más: ahora la mayoría de medios de prensa privada y comercial no son defensores ya de las nobles causas de los derechos humanos. ¿Les da vergüenza titular en primera página que se dicta prisión para los torturadores y perpetradores? ¿Cuál es la diferencia con la defensa de la naturaleza en la que se hallan empeñados por el mero afán de hacer oposición política?

Los juzgados ahora no han sido torturados para declarar. Es más, están fuera del país. Sus familias no fueron investigadas ni hostigadas, sus casas jamás allanadas o arrebatadas. Ninguno de esos jefes y oficiales están desaparecidos, mutilados, electrocutados, colgados o arrastrados. Todo lo contrario, gracias al Estado constitucional de derechos pueden defenderse bajo un juicio justo y un procedimiento transparente. Ahí están sus abogados para testimoniarlo, a pesar de que uno de ellos, el que ha cobijado pruebas y evidencias, ahora sea el que clame justicia. Es el mismo que ocultó mucha información bajo -también- el mismo discurso de aquel mandatario que mandaba a torturar y matar.

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