Hace unos días se comentaba en estas páginas la situación de los gobiernos progresistas sudamericanos, concluyendo que el grupo había enfrentado situaciones complejas, lo cual es impreciso.
La muerte del comandante Hugo Chávez pareció dejar huérfano al proceso venezolano, y con él todo el recorrido de integración desde el momento en que junto a Kirchner puso las bases de la Unasur y de las entidades que de ella derivaron. En Argentina, la oposición a la presidenta Cristina Fernández fue implacable. La gran burguesía, impulsada por el grupo Clarín, utilizó todos los recursos para ganar las elecciones seccionales, logrando victorias significativas en importantes centros, aunque la votación global favoreció al sector peronista afín a la mandataria. En Paraguay, la derecha obtuvo un triunfo esperado, echando por tierra los pequeños avances conseguidos en el gobierno de Lugo. Incluso en Brasil grandes manifestaciones populares pusieron en jaque a Dilma y su próxima candidatura a la reelección.
Sin embargo, los sectores populares que avanzan en su organización y que con las administraciones progresistas alcanzaron ya importantes reivindicaciones no están dispuestos a renunciar y volver al anterior statu quo. En medio de grandes dificultades, el presidente Maduro no solo alcanzó la victoria electoral -ciertamente estrecha-, sino que ha fortalecido su gobierno: en los comicios últimos obtuvo 10 puntos de ventaja sobre sus opositores, mantuvo un 80% del territorio adherido al proyecto bolivariano y demostró eficacia al enfrentar un bien trazado plan de desabastecimiento. Después del triunfo ha evidenciado tolerancia y pluralismo al convocar a los alcaldes no partidarios a trabajar juntos para sacar a Venezuela de la crisis.
En Brasil, ya nadie duda de la reelección de la presidenta Rousseff. Se han tomado medidas para evitar el alejamiento popular, en lo cual juega un gran papel Lula. La firme respuesta de ese Gobierno ante el espionaje sufrido por parte de Estados Unidos deja en claro que se mantendrá la visión integracionista de los gobiernos del PT.
Chile, con el triunfo de Bachelet y a partir de la coalición que la hizo triunfar, deberá sumarse al equipo democrático y soberanista, en el cual mantiene un incuestionable liderazgo Rafael Correa y su ratificado gobierno de la Revolución Ciudadana. En Argentina se impulsan nuevas figuras. Bolivia mantendrá el liderazgo de Evo.
Sudamérica tendrá un gran año 2014.