Publicidad

Ecuador, 25 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

2013 con salario “digno”

06 de enero de 2013

En economía de mercado, siendo el trabajo una mercancía más, cuyo valor se fija por férreos parámetros, resulta irrisoria la convocatoria a representantes del capital y del trabajo a concertar el aumento salarial. Ritual que se cumple en vano cada año en diciembre. El capital propone un mínimo; los trabajadores, que el salario cubra los costos de la canasta básica. Por supuesto que no se llega a un consenso, a causa de la mentalidad de lucro egoísta e individualista, “una de las manifestaciones del capitalismo financiero no regulado", como lo reconoció el Papa en la misa de Año Nuevo. Los Gobiernos fijan entonces por ley el salario.

Así, en Colombia, los empleadores aceptaban un aumento máximo del 3,5%, los trabajadores entre el 7,8 y el  10%. Los empresarios no dieron su brazo a torcer, alegando que la inflación no sería mayor al 2,5%.  El Gobierno de Santos decretó un incremento mínimo de 4,02% y el salario  quedó en 372 dólares aproximadamente, incluyendo el subsidio al transporte.  “Miserable” para los trabajadores.

En Ecuador tampoco hubo acuerdo entre patrones que aceptaban hasta el 5%, tomando en cuenta solo la inflación.  Pero el Gobierno de la Revolución Ciudadana fijó el salario mínimo teniendo en mente la canasta básica familiar y una inflación proyectada de 5,05%, más el índice de productividad de 3,76%. El salario básico quedó en 318 dólares, o sea un incremento del 8,81%,  que con el proporcional del decimotercero y  decimocuarto y  del fondo de reserva, se eleva a $ 397,5 dólares. Además está el aporte patronal al IESS.

También creció el salario de varios sectores productivos, quedando el  promedio unificado en 635,71 dólares, por encima de la canasta familiar que es de 617,38 dólares. “Polémico” para empleadores.

Marx tenía muy claro cómo eran las luchas contra las usurpaciones del capital; la plusvalía para el capitalista  y la derrota para los trabajadores por limitarse  a lo que denominaba guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente, en vez de esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo.

En un mundo regido por la equidad y la solidaridad, tal como fue el Cristianismo primigenio, y como esperamos que llegue a ser el del Sumak Kawsay, sería  de esperar que la regulación no sea solo para un salario mínimo sino también para un salario máximo (a través de impuestos)  que reduzcan las distancias entre los millonarios sueldos de los CEO y demás ejecutivos y los exiguos de los trabajadores rasos, para la emancipación definitiva de la clase obrera, así no tenga que implicar la abolición del sistema de trabajo asalariado.

Contenido externo patrocinado