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El Telégrafo
Íñigo Salvador Crespo

1822: la sagaz treta de Cestari en Guayllabamba

03 de junio de 2018

Comentábamos la semana pasada que la caballería fue convidada de piedra en la batalla del Pichincha. Los únicos jinetes que combatieron, los Lanceros de Colombia, lo hicieron a pie, pica en mano, pues los demás regimientos montados no participaron en el combate e incluso uno, los Granaderos a Caballo argentinos, se retiraron a mitad de la refriega. (Evoquemos aquí, de paso, un detalle artístico: las astas de las lanzas de los jinetes patriotas habían sido esculpidas en Cuenca por Gaspar Sangurima, célebre tallador de cristos).

Días antes del ascenso del 23 de mayo, Sucre había destacado al teniente coronel Cayetano Cestari con 40 Dragones del Sur y 80 infantes, o sea apenas unos 120 hombres, para que intentaran impedir el avance desde Pasto de cuatro compañías de infantes realistas de Cataluña, escoltadas por 60 Dragones de la Reina Isabel, bajo las órdenes del comandante Bartolomé Salgado, en total unos 460 soldados.

A Cestari la instrucción seguramente no le agradó, pues le imposibilitaría estar en el triunfo de Pichincha, tal como no había estado en el de Tapi un mes atrás, por hallarse en Angamarca impidiendo las comunicaciones entre Riobamba y Quito.

El hecho es que, encontrándose en El Quinche y sabiéndose absolutamente superado, Cestari urde una astuta estratagema: como los aposentadores de Cataluña llegarían en breve a Guayllabamba en busca de vituallas, envía él también a ese poblado un pedido de raciones para 800 soldados y 200 caballos y, “para que haga más impresión”, forja la firma del coronel Diego Ibarra, ex edecán de Bolívar y héroe del puente de Boyacá.

Salgado recibe la noticia y cae en la trampa: temeroso de un ataque de Ibarra (que en realidad se encontraba en Chillogallo) y sus 800 hombres (que en realidad eran solo 120), opta por quedarse en Otavalo y no llega nunca a la capital.

Con los refuerzos de Cataluña, el resultado de la batalla por Quito habría podido ser otro. Podríamos decir, entones, que el verdadero vencedor de Pichincha, sin disparar ni un cartucho, fue Cayetano Cestari. (O)  

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