Existen organizaciones al margen de la FIFA donde compiten territorios no soberanos que reclaman su identidad. Sin embargo, el máximo organismo del fútbol mundial reconoce más países que la propia ONU.
La Copa Viva, el mundial que no miramos
Pocos lo vieron, pocos saben de él, pero existe. El mundial de los países sin reconocimiento internacional terminó el 8 de junio en Laponia, el nombre que los soberanistas del norte de Suecia le dan al país al que aspiran. Pese a su intrascendencia mediática, el torneo cada vez extiende más el propósito para el que fue creado: posicionar las reivindicaciones de los territorios o pueblos que buscan autonomía.
La ‘Copa Viva’ de la Nueva Federación de Fútbol (NF-Board), institución paralela a la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), tuvo su primera edición en 2006 y pese a no contar con el apoyo de las grandes transnacionales que auspician el mundial de la FIFA, ni las ventas millonarias de los derechos de televisión, poco a poco se abre espacio y amplía el debate sobre si debe o no ser el deporte con fines políticos.
“El sentido de las cosas no está en las cosas mismas, sino en nuestra actitud hacia ellas”, citó en su momento el escritor francés Antoine De Saint Exupery, y el balompié, desde su aparición misma, ha sido utilizado para reafirmar posturas ideológicas.
Alexis Ponce, vocero de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, considera lícita la organización de un certamen paralelo al de la FIFA como un método pacífico de difundir sus postulados de soberanía y autodeterminación, lejos de la industrialización que ha convertido al fútbol en un negocio tan redondo como la pelota con la que se lo juega. Califica de ‘mafia’ a la FIFA debido a no tener ningún tipo de control externo y no compartir equitativamente sus ganancias con sus naciones afiliadas y con las que acogen los mundiales.
Y si bien el balompié se ha visto salpicado por casos de corrupción como el amaño de cotejos en la liga italiana en la temporada 2005-2006 o los 25 procesos judiciales abiertos en la última década a los dueños de varios clubes mexicanos debido al lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, relaciones con el narcotráfico y tráfico de influencias, esta actividad también registra enormes muestras de dignidad y patriotismo.
Ponce recuerda el ‘Partido de la Muerte’ en 1942 en territorios de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, ocupados por los alemanes, cuando un equipo de prisioneros de guerra ucranianos derrotó al equipo de las Fuerzas Armadas de la Alemania nazi, pese a saber que si ganaban serían ejecutados.
O el caso de los futbolistas argelinos que, entre finales de los 50 y principios de los 60, prefirieron jugar por el Frente de Liberación Nacional Argelino y su Ejército de Liberación para consolidar el proceso de independencia de Francia, selección a la que antes defendieron.
El experto añade que el mundial de la NF-Board puede ser un buen canal para la difusión de los postulados de los países inexistentes, siempre y cuando no sea ocupado para exacerbar sentimientos nacionalistas a ultranza.
“También existimos”
En la versión 2014 de este torneo participaron los representativos del Abkhazia, Condado de Nissa, Darfur, Kurdistán, Laponia, Nagorno Karabaj, Occitania, Osetia del Sur, Padania, Tamil Eelam, Isla de Man y Pueblo Arameo (ver infografía).
La lid tuvo una primera ronda en la que los elencos se dividieron en 4 grupos de 3 integrantes cada uno. A cuartos de final pasaron los 2 mejores de cada llave.
El Condado de Niza se coronó campeón luego de doblegar 5-3 a Isla de Man.
La selección del Condado de Niza estaba compuesta por varios jugadores que militan en National, CFA, CFA2, DH o incluso exprofesionales como el exmonegasco Eric Cubilier -que militó en el París Saint-Germain, Mónaco, Niza y Nantes-, quien fue decisivo para que el equipo de la Costa Azul acabe proclamándose campeona del torneo.
El Condado de Niza fue la sorpresa del certamen, ya que era el invitado de última hora tras la ausencia de Quebec.
En Niza fue la fiesta toda la tarde. Los hinchas se reunieron en el Palacio Nikaïa para ver el acontecimiento en una pantalla gigante y disfrutaron de la primera victoria importante de los suyos.
Fuera de los resultados, los exponentes consideraron que, además de flamear las banderas de sus proyectos de estados constituidos, la justa les permitió exteriorizar sus realidades.
En una nota publicada por la Agence France-Presse (AFP), el golero de Darfur Unido, Ismail Gamaradin, manifestaba: “El fútbol nos ayuda (...). Si no, nadie oiría hablar de nosotros”.
Su combinado representa a un territorio sudanés devastado por la guerra civil y el hambre. Los miembros del seleccionado son sobrevivientes del conflicto que afecta a su país desde hace 11 años y ha provocado entre 200.000 y 300.000 muertes, según estimaciones de las Naciones Unidas.
Gamaradin representó de una u otra manera las aspiraciones de paz de los 4,7 millones de ciudadanos directamente perjudicados por la guerra (en total son 6,2 millones de habitantes), entre los cuales constan 2,7 millones de desplazados.
Al portero no le importaron las goleadas recibidas en la cancha (Darfur cayó 19-0 ante Osetia del Sur y 20-0 frente a Padania). Su objetivo primordial era divulgar que en su nación no hay comida, medicamentos o educación y que las masacres y violaciones continúan. Pese a ello, las Naciones Unidas avisó a los refugiados que deben retornar el año entrante.
En el mismo reportaje se afirma que tanto kurdos, armenios, sirios y tamiles aspiran a poner a sus naciones en el mapa del mundo a través del fútbol.
Umaesh Sundaralingam, estudiante de 21 años que reside en Canadá, se sumó a otros elementos que viajaron desde Francia, Alemania o Gran Bretaña para vestir la blusa de Eelam Tamil, la cual se sienten honrados de llevar.
Esa indumentaria les recordó la guerra civil de 37 años entre los ‘Tigres Tamiles’ y el gobierno de Sri Lanka, en el que los rebeldes pelearon por formar un Estado independiente en el norte y este de la isla. El combate dejó unas 100.000 víctimas mortales, según los reportes.
Pero no todos los combinados se presentaron en la competencia bajo consignas políticas, a otros únicamente les interesa darse a conocer. Didier Amiel, director técnico de Occitania (sudoeste de Francia), precisó con énfasis que sus jugadores no vienen por el fútbol únicamente, sino a dar testimonio de una cultura.
Lo mismo ocurre con otros integrantes de la NF-Board que no tienen como centro de su lucha el reclamar un territorio, sino valerse de un equipo de fútbol para establecer un símbolo de identidad.
Es el caso del Pueblo Arameo y la Nación Romani (gitano), que desean formalizar su presencia internacional y el respeto hacia sus lenguas y tradiciones en base al fútbol. Ambos están afiliados a la institución de países no reconocidos, con la diferencia de que el Pueblo Arameo sí intervino en el reciente mundial.
Respeto a las voluntades
A criterio de Aitor Montero, periodista español radicado en Ecuador, especializado en información internacional y de países del sur (en vías de desarrollo), el fútbol es una herramienta válida para darle visibilidad a la problemática de estos países o impulsar procesos de paz.
En España, por ejemplo, el fútbol es una manera de denotar autonomía. Euskadi (País Vasco) promueve encuentros amistosos entre su selección y selecciones de estados reconocidos, el más reciente fue uno contra Bolivia en diciembre del año pasado.
Cataluña, en tanto, institucionalizó la Copa Cataluña, en la que participan exclusivamente clubes de la región. “El peso del fútbol catalán y del vasco es un espejo de esas urbes que hay en España, que mueven economía. Tienen una gran industria en Bilbao (Euskadi) y Barcelona (Cataluña) y a nivel futbolístico tienen grandes clubes, de mucho dinero (Athletic de Bilbao y Barcelona)”, describe.
Por suerte, prosigue, el deporte tiene ventajas sobre la política, pues en el hipotético caso de una separación territorial de estas comunidades, no ve ningún problema en que sigan participando en una liga conjunta y que a nivel de selecciones cada cual tenga su representativo. Claro, todo depende de la voluntad que mueva a estos colectivos.
En los casos de defensa de nacionalismo, Montero es partidario de respetar las motivaciones de los futbolistas. Menciona el caso del exdefensa del Barcelona, Oleguer Presas, quien en 2006 no asistió a una convocatoria del entrenador nacional Luis Aragonés, previo a la Copa del Mundo de Alemania.
“Oleguer se sentía catalán, prácticamente tuvo que salir de España porque ningún club local lo contrataba para jugar”, asevera.
Pese a que la FIFA trata de proyectar una imagen de inclusión, ética y juego limpio, esta entidad no admite cotejos amistosos entre sus afiliadas y las selecciones adscrita a la NF-Board.