“Cuerito” para la Tri
La Casa de la Selección no es extraña para el arquero imbabureño Darwin Cuero. Fue su lugar de concentración en los combinados juveniles Sub 17 y Sub 20, por lo que conoce a la perfección las instalaciones.
Pero esta vez, la sensación que experimenta por los rincones de las paredes blancas del edificio es distinta. Por primera vez comparte ese espacio con los jugadores de la Tricolor absoluta en el proceso de Eliminatorias Sudamericanas rumbo a Brasil 2014. Aunque ya vivió el mundial con la Sub 17 en México, hace dos años, sabe que la experiencia actual es muy especial.
Ya aprendió el manual de convivencia con sus nuevos compañeros y ha compartido con la mayoría algún instante en las comidas o en los pasillos.
Solo con Antonio Valencia no ha tenido la oportunidad de cruzarse, pero espera paciente que el momento llegue. “Antonio Valencia es el referente de este equipo y un ejemplo para todos los que queremos, en algún momento, ser como él”, refirió.
A pesar de ser novel en el grupo, la familiaridad con la que lo tratan lo ha hecho sentirse como si hubiese sido parte de este proceso desde que llegó el técnico colombiano-hondureño Reinaldo Rueda.
“Cuerito”, como lo llaman, se ha ganado el afecto de todos y a diario los consejos no faltan. “Tiene grandes condiciones y si se sigue esforzando llegará lejos. Esto es solo el inicio”, aseveró su colega de profesión Alexander Domínguez.
Frickson Erazo y Juan Luis Anangonó, con quienes compartió el trabajo diario en el valle de Tumbaco, años atrás en El Nacional, son sus principales puntos de apoyo.
Con ellos charla y recuerda los momentos vividos. Con emoción evoca que fue Cosme Charro el técnico que lo observó cuando llegó al conjunto “militar” y gracias a él se enroló sin mayor inconveniente al plantel del que es hincha confeso.
Y aunque su equipo atraviesa un momento complicado que lo inquieta, su mente en este momento está centrada en observar todas las tareas que cumplen sus colegas Máximo Banguera y Domínguez.
Escucha con atención las indicaciones que le da el preparador de goleros Pedro Zape y pone énfasis en los aspectos que debe corregir.
“Me falta mucho por aprender y sé que una de mis deficiencias es la salida, debo mejorar mucho y en ese proceso estoy, porque anhelo ser el primer golero de mi país”, acotó.
En el segundo piso de la concentración está su habitación. La comparte con Henry León, el volante de Independiente del Valle. “Tengo buena relación con todos y eso te da más confianza para poder trabajar mejor, sobre todo yo que soy joven y necesito aprender de la experiencia de mis compañeros”.
No tiene ninguna preferencia alimenticia. Termina todo lo que la “madrina” pone en los platos en cada una de las comidas, como la mayoría de los seleccionados.
Lo único que nunca repite y hasta pide poco es el arroz. Desde pequeño aprendió a ser reservado con este carbohidrato. Por lo que, incluso, confesó que es una de las pocas cosas que él no puede preparar. En el resto se defiende muy bien, sobre todo si se tratan de menestras y carnes.
Su madre, Lorena Anangonó, fue su guía gastronómica y de quien heredó el gusto por la cocina en la que se desempeña con mucha habilidad, pese a no necesitar para eso su espigada estatura de 1,84 m.
Fuera del gramado, Darwin concluyó sus estudios secundarios. Es bachiller en Informática y espera en el futuro ser licenciado en Educación Física. Esa es la actividad a la que anhela dedicarse por completo después del retiro. “Disfruto todo lo que hago, pero sé que esta profesión es corta y quiero prepararme para no tener problemas en el futuro”.