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Entrevista / irving saladino aranda / excampeón mundial y olímpico de salto

“Una lesión cortó mi carrera cuando aún me sentía fuerte”

Foto: Miguel Castro
Foto: Miguel Castro
11 de abril de 2015 - 00:00 - Redacción Fanático

El jueves 7 de agosto de 2014 el atleta panameño Irving Saladino, campeón mundial y olímpico de salto de longitud, anunció su retiro definitivo de  las pistas, luego de no poder superar las lesiones que le estaban impidiendo tener un buen rendimiento. “Es hora de descansar”, dijo en esa ocasión el deportista de 32 años.    

El atleta centroamericano entró en la historia al ganar la medalla de oro del Campeonato Mundial de Osaka 2007 y después también le dio a Panamá la primera presea dorada al ganar el salto largo en los Juegos Olímpicos Beijing 2008.

Esta semana estuvo de paso por Guayaquil para planificar una serie de charlas de motivación que dictará en los próximos meses a los deportistas ecuatorianos.

¿Qué lesión le impidió continuar en el alto rendimiento?

Tuve una rotura en la córnea de los meniscos y también del ligamento cruzado. Fue muy difícil para mí tomar la decisión de abandonar el deporte, y más aún con el nivel que tenía hasta hace poco más de 1 año y medio. Es más, considero que aún me encontraba joven y con fuerza anímica para seguir.  

¿Con quiénes consultó antes de anunciar que dejaba las pistas?

Fue un proceso largo de casi 2 meses. El doctor (Ricardo) Sasso, presidente de la Federación Panameña de Atletismo, fue el primero con quien conversé, luego mi familia. Ellos me ayudaron a abrir la mente y cuidar mi salud.

¿Hizo todo lo posible para tratar de sobrepasar esas dolencias, qué tratamientos realizó y dónde?

Realicé de todo. Después de Beijing, donde gané el oro, siento que no volví a ser el mismo, tras la operación que me hice en 2009 no me ubiqué entre los primeros en los Mundiales 2009 y 2011; tampoco clasifiqué al de 2013. Fui a hacer un tratamiento en Brasil, pero ese esfuerzo fue inútil.

¿Qué legado le dejó al deporte panameño?

Un ejemplo de esfuerzo y constancia a todos los atletas que se han reflejado en mí. Cuando gané la medalla en Beijing fue algo increíble; sabía que entraba en la historia de Panamá, ya que Lloyd LaBeach era el único medallista que teníamos (Londres 1948); el subió 2 veces al podio, ya que cogió bronce en las pruebas de 100 y 200 metros planos.

¿Desde qué sitio tiene en mente ayudar a los atletas panameños?

Mi plan no es ser entrenador de salto de longitud. A lo mejor, y como había anunciado antes en mi país, me gustaría ser parte del Pandeportes (Instituto Panameño de Deportes); por el momento soy Embajador Deportivo en mi país, pero mi intención es dirigir el deporte nacional. Claro, por ahora no, será cuando tenga mayor edad y experiencia. Por el momento estoy enfocado en seguir con mis proyectos de bienes raíces y en la empresa de promoción de eventos comerciales; esta última incluye visitar países para dictar charlas de motivación a los atletas. Por eso estoy en Ecuador, para planificar las fechas en que realizaré las exposiciones.

¿Conoce a los atletas ecuatorianos?

Me he topado en los torneos Sudamericanos e Iberoamericanos con Hugo Chila, Franklin Nazareno y Lucy Jaramillo, nos hicimos muy buenos amigos en los viajes.

¿Quién lo introdujo en el atletismo y a qué edad?

Tenía 11 años. Fue mi hermano David quien me llevó a las pistas, él también corría. Empecé en los 100 y 200 metros, pero luego me di cuenta de que lo mío era el salto largo. David, después de pocos años abandonó el deporte.

¿Cómo fueron sus inicios, tuvo todo al alcance de sus manos?

No, para nada. Comencé tocando puertas para que me colaboren en el factor económico, para comprar los zapatos, ya que en Panamá no hay venta de estos modelos, tenía que pedirlos del exterior. En 2004 me salió una beca para ir a entrenar en Brasil (Sao Paulo) por 10 años; allí comenzó todo. Pero viví momentos duros por casi 8 años antes de tener el apoyo de mi país.

¿Le quedó algo pendiente por hacer como deportista?

Conocer África. Mis bases de entrenamiento siempre las realicé en Brasil y Holanda. Allí compartí mucho con atletas de Kenya, Etiopía y Uganda; por ellos es que siempre me ha interesado conocer sus raíces, sus culturas y sus métodos de entrenamiento.  

¿Es cierto que en las finales del Mundial de Osaka 2007 el italiano Andrew Howe quiso intimidarlo?

(Sonríe) Es verdad. Recuerdo que un día antes de la final de salto se me acercó Howe con su mamá, quien me preguntó: ¿Tú eres Irving? Yo le respondí que sí. Posteriormente la madre del italiano me dijo: ¡Ah, qué bien, pero le digo que usted va a quedar segundo! Yo no me quedé callado. Como era el favorito, me sentí en confianza y le repliqué: Disculpe, señora, pero el oro (la medalla) será mío. Y así fue, yo iba arriba en la competencia, él (Howe) en su último intento me pasa por 1 centímetro (hizo 8,47) y comenzó a celebrar eufóricamente, pero en mi último intento lo superé con 10, salté 8,57. ¡Jamás lo olvidaré! (D)

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