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El Telégrafo
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Silvio Guerra Burbano / exatleta ecuatoriano, hoy corredor de Ironman

"A mis 47 años clasifiqué al Mundial de Ironman 70.3"

"A mis 47 años clasifiqué al Mundial de Ironman 70.3"
Foto: Tomadas del Facebook / Silvio Guerra
12 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Web

Silvio Guerra Burbano hizo un alto a sus actividades cotidianas para dialogar vía telefónica con EL TELÉGRAFO desde su hogar en Fredericksburg, Estado de Virginia, Estados Unidos. El exfondista quiteño, que ha sido campeón sudamericano y panamericano en pista, confesó a lo que se dedica hoy en día.

¿Cuándo se retiró del atletismo y por qué lo hizo?

Nunca me retiré de las pistas. Simplemente pasé a ser un competidor de triatlones, medio Ironman (70.3), de los duatlones y el Ironman (140.6); es más, justo ahora, me estoy preparando para el Campeonato Mundial de Medio Ironman que se realizará en Mooloolaba, Queensland (Australia), porque conseguí la clasificación en el evento de Manta.

Nunca se retiró del deporte...

¡Así es! Ahora me gusta lo que hago. El deporte es mi vida, por eso sigo siendo competitivo, pero en estas pruebas no voy a llegar a unos Juegos Olímpicos, pero como deportista de élite que fui, conservo la mentalidad competitiva. Se me presenta una competencia, por más mal que esté -en lo físico-, busco ser el mejor y tratar de llegar a la meta así sea de último lugar.

Ahora que compite por ‘hobbie’ lo hace solo o lo acompaña su familia...

A cada lugar que voy lo hago con mi esposa Melissa Moneey y mis hijos Chasqui (13 años) e Inti (9). Durante la carrera me mentalizo en ganar. Explota mi adrenalina por correr, ciclear y llegar a la meta, pero una vez concluido el Medio Ironman o cualquier carrera, me divierto con mis seres amados. Vamos de paseo por la ciudad en la que compito y me olvido de la competencia hasta cuando llego a casa a pensar en lo que será la próxima prueba, ya sea en EE.UU. o en el exterior.

¿Por qué dejó de ser fondista y en qué año fue la última vez que corrió por Ecuador?

Lo mío fue un proceso. Yo nunca anuncié mi retiro de las pistas porque quise clasificar a las Olimpiadas de Pekín 2008, pero lamentablemente por unas lesiones no pude hacerlo. Desde allí he venido participando de competencias, nada grandes. Y me dediqué a correr para los campeonatos mundiales de duatlón y triatlón. Ya he sido campeón panamericano varias ocasiones (atletismo); ahora busco nuevos títulos en el Ironman o el triatlón.

Esas mismas ganas por competir no lo convencieron por tratar de ser seleccionado ecuatoriano en triatlón...

No porque de pronto me percaté de que ya no estaba en condiciones para ser atleta de élite. Para eso hay que tener una edad promedio y en 2008 ya tenía 40 años y a esa edad no podía competir con gente más joven que registraba mejores tiempos en maratones.

Fuera del ámbito deportivo, ¿a qué se dedica?

Cuando era aún deportista activo (fondista) por Ecuador  empecé a dedicarme a los bienes y raíces y luego de eso abrí una tienda deportiva para corredores en Quito, en el Centro Comercial Caracol. Luego ingresé con el servicio de cronometraje electrónico para carreras de 5K, 10K y 15K, y todo lo que tiene que ver con velocidad donde se utiliza el chip electrónico que permite tomar el tiempo y la ubicación de cada corredor.

El negocio que mencionó es de la familia o suyo...

Es familiar. A eso nos dedicamos con mi familia y hasta el momento nos ha ido bien. Creemos que es una actividad que la hacemos con conocimiento y mucho placer porque es algo que nos gusta. Como en mi familia somos muchos los corredores, nos gusta lo que hacemos, por eso nació la empresa ‘Silvio Guerra Sports’, responsable de llevar a cabo la organización de carreras en las principales calles de la capital y demás ciudades del país.

¿Cómo hace para administrar su empresa en Quito?

Allá está mi familia, mi hermano Wladimir Guerra; él está al frente de la empresa junto con mis demás hermanos y algunos sobrinos. Yo viajo cuando es necesario. Desde acá hago contactos en lo que puedo, ya que mucha gente me busca en redes sociales para prestar los servicios de ‘Silvio Guerra Sports’. Viajo cada dos meses a Quito.

¿Cuándo tomó la decisión de radicarse en EE.UU.?

En el 2000 yo apliqué para vivir acá. Fue un proceso; mi esposa es de EE.UU., así empezó. Primero vivimos en Colorado y desde 2010 estamos en Virginia. Pero confieso que me hubiese gustado pasar más tiempo en Ecuador porque considero que por mi nombre hubiese tenido oportunidades en mi país, pero la felicidad de mi familia lo es todo.

Algún fondista o deportista le ha pedido ser su ‘coach’...

Tengo un grupito de corredores al que le ayudo en Ecuador, así como otro en Colombia. Ellos me piden ayuda a través de las redes sociales. No les puedo dar entrenamiento personal, hago lo que más puedo. Sí he recibido ofertas para entrenar, pero por mi estadía en Virginia no puedo. En el caso de Byron Piedra y Miguel Almachi, que en su momento pidieron que les ayude, no lo pude hacer porque tenía que irme a vivir a Ecuador y en EE.UU. tengo a mi familia, esposa e hijos.

Su esposa e hijos son ‘fans’ del deporte igual que usted...

Lamentablemente eso no se ha dado. Los padres quisiéramos que los hijos sigan nuestros pasos, pero hoy en día la realidad de nuestros niños es diferente a la que yo viví hace 40 años. Yo recuerdo que salía y jugaba en la tierra y se corría sin zapatos. Ahora los niños que tienen celulares, tablets y muchos otros instrumentos electrónicos no desean salir de casa.  

¿Cómo afecta la tecnología su relación con sus hijos?

La tecnología nos ayuda, pero asimismo acaba con quienes no se saben controlar. Los niños se entretienen de otra manera. Hoy hacer deporte para ellos es un martirio. Confieso que ando siempre detrás de mis hijos para decirles que vayan a hacer ciclismo conmigo, y si lo hacen es de mala gana. (I)

DATOS SUELTOS

El inicio de su ‘carrera’

Su familia era muy extensa y pasaron necesidades. A sus 16 años se empezó a inclinar por las carreras; no fue fácil, ya que provenía de una familia numerosa con 5 hermanos y 5 hermanas. “Fueron tiempos difíciles, pasando hambre y necesidades económicas”.

La motivación más grande

Sus primeros zapatos fueron ‘donados’ por el club CADE. En 1987 los miembros del Club CADE hicieron una recolecta para comprar unos zapatos de competencia con 17.000 sucres. “Este regalo fue para mí la motivación más grande que pude tener; hasta ese entonces no me había dado cuenta del nivel de pobreza por el que pasábamos”.

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