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El Telégrafo

Vacío espiritual y revolución en los maestros

22 de junio de 2013

En todos los niveles del sistema educativo ecuatoriano existe un vacío espiritual, desidia e indiferencia. La situación no es diferente en otros países de América Latina y otros continentes. Las nuevas tecnologías e Internet han abierto horizontes ilimitados, pero las personas han perdido sus puntos de referencia para evaluar y valorar los contenidos culturales. Se encuentran ahogados en el mundo de la información. Otros que tenían certidumbre y creencias repetidas por varias generaciones son cuestionados por una mala interpretación, que relativiza en su totalidad a los contenidos culturales y sus valores, y dejan a los padres y maestros sin argumentos.

A comienzos del siglo XX la Revolución Alfarista creó los normales de varones y señoritas con un espíritu laico. Fueron verdaderos luchadores contra las tinieblas de la ignorancia. Desplegaron muchas convicciones, amor, abnegación por su trabajo, servicio y entrega total por sus alumnos. La mayoría de los profesores tenía mística, vivía con pasión el arte de educar. Los educadores no decían que trabajaban en la educación, sino que vivían la vocación de ser maestros.

La Reforma Educativa impulsada por la Alianza para el Progreso en la década de los años 60 del siglo anterior deliberadamente desmejoró la educación: se distorsionó la enseñanza de la historia, se redujo la urbanidad y la cívica. Se impulsó a que los estudiantes “más vagos” estudiaran las Ciencias Sociales, resultando que los que tenían mayor sensibilidad social recibieron la peor educación.

La enseñanza de los institutos normales superiores y las facultades de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación no estuvieron a la altura de la supresión de los normales alfaristas. Fueron reemplazados por trabajadores de la educación sin amor por su trabajo.

La educación en la Revolución Ciudadana ha avanzado mucho en lo cuantitativo y en los sueldos. En lo cualitativo debe comenzar ya. Los profesores no conocen la concepción pedagógica de la Revolución Ciudadana que elevaría su conciencia, su espíritu, y pondría de manifiesto alegría, esperanza y entusiasmo por su trabajo cotidiano. Antes de ser evaluados, todos los profesores y directivos deben recibir por parte del Ministerio de Educación los contenidos pedagógicos (antropológicos, sociológicos y psicoespirituales) fundamentales para cambiar nuestra educación. En caso contrario habremos perdido la oportunidad histórica de implementar un profundo cambio educativo para cambiar el mundo y de época.

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