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El Telégrafo

Una sola pregunta

10 de julio de 2012

Hay profesiones basadas en la solidaridad. Existen trabajos que fundamentalmente responden a la entrega a una noble causa. Sabemos de ocupaciones que por sobre todo significan un apostolado permanente, de todos los días, como la maternidad, el sacerdocio, la medicina, el periodismo, el magisterio, la administración de justicia, o cualquier otra actividad que el actor quiera hacer de ella un ejemplo de vida, una expresión profunda de amor y servicio al prójimo.

Que para eso se han formado y la comunidad espera de ellos el cumplimiento de tales postulados. Y no pretendemos que por esto se olviden de sus responsabilidades personales y de familia, o que su comportamiento trate de semejarse al de los héroes o de los mártires. Simplemente confiamos en que si ellos eligieron tales oficios, los sepan cumplir con nobleza, entereza, honestidad y generosidad.

Y vayamos entonces a lo que esta vez nos ocupa. El nuevo horario de los médicos que laboran en los centros de salud que pertenecen al Estado ha sido establecido en 8 horas diarias, para de este modo cubrir las 40 semanales que son observadas por la mayoría de la población de trabajadores ecuatorianos en las diferentes ocupaciones, con la salvedad de casos especiales que son determinados por la ley como de excepción a la norma por causas razonables.

Y del mismo modo que hace poco los maestros -que venían trabajando tan solo la mitad de la jornada, que gozaban de vacaciones prolongadas y que sin embargo percibían un sueldo completo- se opusieron al nuevo horario ahora equiparado a los de la mayoría de los trabajadores del país, los galenos  también protestan por las 8 horas diarias de labores.

No les preguntaré a estos profesionales cuál es la causa de su oposición, puesto que el representante de una de sus organizaciones clasistas ya respondió diciendo que “luego de 5 horas de trabajo, los médicos tienen un desgaste intelectual, pues caen en un estado de agotamiento”.

Y tampoco les preguntaré cuál es la propuesta de los galenos ecuatorianos para suplir todas esas horas libres que les venía dando un tratamiento preferencial frente a la realidad que vive la mayoría de nuestros trabajadores, porque los médicos del sector público no disponen de alguna fórmula que luzca razonable.

Pero sí tengo para ellos una sola pregunta: Si después de 5 horas de trabajo continuo, los médicos sufren desgaste intelectual, pues caen en un estado de agotamiento, como lo dice uno de sus representantes, ¿con qué energía y lucidez venían ellos atendiendo a sus pacientes privados en sus consultorios personales, a donde acudían terminada su corta jornada en los centros de salud del Estado?

Ya nos decía meses atrás una médica del IESS al explicar que se oponía a la jornada completa de trabajo porque no le dejaría tiempo para atender a su clientela en sus consultorios privados, “y yo gano más allí que lo que percibo aquí en el Seguro”, expresó.

Al parecer, lo que más le interesa a aquella profesional de la medicina es el logro de súper ingresos y muy poco lo demás. ¿Pero se habrá enterado de que actualmente el sueldo más pequeño de los galenos del sector público es superior a los $ 1.000 y el más alto va más allá de los $ 4.000? Nada desdeñable por cierto.

Finalmente, lo más importante: nos parece una injusticia el mantener prerrogativas innecesarias para beneficiar a un sector de profesionales que, como antes, continuaría siendo un grupo de privilegio.

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