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El Telégrafo

Sin “correísmo”, ¿de qué escribirían los “analistas”?

18 de septiembre de 2013

Primero fue un director adjunto: pronosticó que los “correístas” no tendrían de qué vivir cuando deje el cargo el actual mandatario. Ahora un sesudo excandidato a asambleísta y editorialista ha dicho que el “correísmo” ha muerto (se supone que en el proceso político ecuatoriano). Y los dos, más algunos de sus contertulios, afirman sus deseos (camuflados de análisis y pronósticos) en la perspectiva del tiempo, sin más ni más.

En otras palabras, para la camada de analistas que imaginan un futuro sin Correa, los procesos históricos no existen. Quizá porque están más preocupados en sentarse a gozar su venganza: quienes ahora trabajan en el Gobierno se quedarán sin empleo y entonces ahí ellos reirán. ¿Para ellos las etapas históricas solo existen a partir de un gobierno, de unas medidas y/o de unas leyes?

Incluso, uno que otro, más hábil a la hora de escribir, ha dicho que la vía para la salida a la pobreza solo pasa por el respeto a la institucionalidad y a unos principios grabados en las piedras de unas “sagradas escrituras” marxistas. Como si toda la historia y el propio pensamiento marxista no tuvieran una respuesta a esas dudas del supuesto pensamiento estancado y único.

Si están más preocupados por sus venganzas personales, digan las cosas de frente y no camuflen sus “reflexiones” con supuestos análisisSi nos ubicamos en su lógica de pensamiento: ¿en cuatro años (si Correa no es reelegido) de qué van a escribir los sesudos analistas criollos? ¿Se terminan los cambios y las corrientes internas que movilizan las fuerzas históricas y políticas y, por tanto, solo la bienaventuranza de un régimen neoliberal será el foco de sus neuronas y artículos?

Uno de aquellos ha dicho: “El poder en nuestro país hoy día ha renunciado a simbolizar las aspiraciones y la utopía para optar francamente por reprimir cualquiera de esas dimensiones de la vida social”. ¿Entiende él de qué poder habla? ¿Acaso no es él quien simboliza las aspiraciones de un sector económico al cual se adhirió en campaña electoral? Es más, él mismo dice que el “correísmo” ha muerto, por tanto, ¿ya puede hablar y escribir sin ninguna represión “en cualquiera de esas dimensiones de la vida social”?

Parecería que el peor daño que le pueden hacer a cualquier opción de poder (de la derecha y los neoconservadores) es el enfoque y análisis de estos editorialistas y pensadores. Si su diagnóstico es asumido como una verdad suprema, sin considerar las leyes y lógicas de los procesos históricos, le hacen (“sin querer queriendo”) un grave daño a la posible emergencia de una derecha renovada, comprometida con la realidad y a favor de un país sin pobres y con progreso.

Si están más preocupados por sus venganzas personales, digan las cosas de frente y no camuflen sus “reflexiones” con supuestos análisis para poder asistir a los cocteles y codearse entre ellos.

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