Es sorprendente el entusiasmo con el que observan los campesinos la proyección de las láminas de Power Point (programa de presentación comercial desarrollado por Microsoft 1990) con las cuales explican los expertos la bondad de los artefactos mecánicos de modernización de las prácticas agrícolas.
Sería absurdo no reconocer la importancia de la mecanización y el esfuerzo científico y las inversiones realizadas para obtener los resultados técnicos alcanzados en este dominio para el aumento de la producción mundial.
Sin embargo, también es necesario recordar que las técnicas establecidas están relacionadas con el medio en donde han sido desarrolladas, por lo que es necesario analizar sus efectos en las condiciones donde van a ser introducidas.
Los trópicos del planeta, en donde está nuestro país, son la región con el mayor almacenamiento de recursos naturales y sobresalientes condiciones potenciales para el desarrollo agrícola, pero así mismo es la zona donde las investigaciones tecnológicas han sido limitadas, lo cual obliga adaptar la tecnología exógena a sus condiciones naturales.
La tecnificación agrícola, sobre todo la mecanización, es dependiente de los artefactos puestos en el mercado por los países desarrollados que basan su economía en disminuir el tiempo de labor y empleo de la mano de obra para reducir costos de los productos y materia prima que importan, beneficiándose -además- por el costo que imponen para la maquinaria que exportan.
Si consideramos que en nuestro país las unidades de producción agropecuaria (UPA), con superficies menores a las 20 hectáreas, están dedicadas a cultivos: transitorios el 90% y a permanentes el 72%, cubriendo una superficie de más de un millón de hectáreas que están directamente relacionadas con la seguridad alimentaria y el mantenimiento de los puestos de trabajo permanente del campesinado, la maquinaria a emplearse debe estar sujeta a las características de la agricultura ecuatoriana.
Con un numeroso sector campesino, dueño de pequeñas parcelas, debe orientarse la organización y capacitación de sus usuarios, teniendo presente las externalidades negativas que la mecanización puede generar y se debe controlar, como la contaminación por exceso del uso de combustibles fósiles, degradación del suelo y, sobre todo, la sostenibilidad financiera por parte del pequeño productor para que no caiga en la seducción de aparatos que terminan en chatarra mientras que las deudas se vuelven eternas.