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El Telégrafo
Fander Falconí

Riqueza, avaricia y poder

26 de febrero de 2014

La riqueza, la avaricia y el poder están totalmente vinculados en el mundo actual. Basta ver la reciente película del gran director Martin Scorsese, El lobo de Wall Street, que describe el particular mundo de las finanzas y la especulación, así como los excesos, ilegalidades y desórdenes de un corredor de bolsa, protagonizado por el actor Leonardo DiCaprio.

También podríamos decir que la política está alineada con el 1% más rico de la población mundial que concentra la riqueza del planeta. Los ricos y su abundante patrimonio -el 1% de la población tiene lo que el 99% necesita, a decir de Joseph Stiglitz- manejan los hilos del poder.

En días pasados, el Fondo de Población de las Naciones Unidas publicó datos alarmantes sobre las brechas globales. El informe destaca avances de ciertos derechos fundamentales, lo que es una gran noticia, pero difumina la colosal concentración de la riqueza mundial en el 1% de la población mundial, que se ha convertido en la burguesía del mundo.

En el mundo real, el 1% no va a cambiar su comportamiento, no va a permitir que le arrebaten, así tan fácil, su forma de vida y negocios.El historiador catalán Josep Fontana afirma que “el proceso de concentración va a convertir al conjunto de la población en nuevos siervos de la gleba, con una servidumbre por deudas”. La afirmación de Fontana es muy elocuente. Quienes no son parte del mercado son prescindibles (siguiendo el argumento de Manuel Castells, de hace más de 20 años), no llegan siquiera a siervos. Para la burguesía mundial (ese 1% de súper ricos) una parte del resto de la población somos siervos y otra parte es prescindible; no califica como ‘agente del mercado’ y, por lo tanto, ni siquiera llegaría a la categoría de siervo de la cual habla Fontana.

Si no compran bienes y servicios, o si no los producen a precios apenas de subsistencia o menores, no interesan, pues de ellos el capitalismo global no puede obtener nada más que protestas callejeras, insubordinaciones étnicas y disonancias.

El lubricante de la acumulación colosal que se está dando (otros, como el geógrafo norteamericano David Harvey, hablan de desposesión) es el sistema financiero global. Los movimientos internacionales de capital, el cambio y difusión tecnológica, la organización internacional del trabajo responden a esas necesidades de acumulación.

Como sabemos, esto tiene contradicciones y negaciones de la realidad que lo hacen un modelo insostenible a futuro. En el cine, el protagonista principal de El lobo de Wall Street, que recrea la historia del corredor de bolsa de los años noventa Jordan Belfort, cae en el fondo del abismo por los excesos, drogas y corrupción, y decide redimirse a través de la traición a su entorno. Sin embargo, en el mundo real, el 1% no va a cambiar su comportamiento, no va a permitir que le arrebaten, así tan fácil, su forma de vida y negocios. Al resto, nos toca transformar la realidad. Lograr la democratización del poder, la propiedad y la riqueza; el cambio de valores.

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