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El Telégrafo

Reflexiones sobre socialismo del siglo XXI (3)

03 de agosto de 2013

En el socialismo de la Unión Soviética, que ha sido denominado como “socialismo burocrático” y por otros “socialismo administrativo”, el aparato estatal reemplazó al papel protagónico del productor como sujeto creador y dueño de su producción. Lamentablemente, el modelo soviético se repitió en el resto de países de la Europa Oriental después de la Segunda Guerra Mundial.

Es invalorable la construcción del primer estado socialista por la Unión Soviética, como un esfuerzo para proporcionar un bienestar limitado pero gigantesco considerado por las condiciones en que se encontraban sus habitantes. Es un mérito indiscutible. Esto tenemos que separar del papel nefasto del Stalinismo que separó, marginó y eliminó a los dirigentes que no estuvieron de acuerdo, donde se impuso brutalmente un pensamiento único y por tanto reprimió y mató la creatividad productiva. La capacidad productiva por persona de la República Democrática Alemana fue inferior con relación a la República Federal Alemana en la década de los años 80. Lo mismo aconteció en la Unión Soviética, en la que en los últimos años decayó su productividad por falta de motivación. Sin embargo, merece la pena dejar constancia de que algunas importantes invenciones cuya aplicación iba dirigida al mejoramiento de la calidad de vida de la población, no fueron utilizadas por ser consideradas “suntuarias” y hasta “burguesas”.

Y lo que más desgastó a la Unión Soviética fue la carrera armamentista de la guerra fría, donde los mejores talentos del país y los mayores esfuerzos económicos, científicos y técnicos fueron dirigidos a la producción de armas sofisticadas y a la carrera espacial, lo que mermó la canalización de las potencialidades del país al servicio del bienestar de la mayoría de sus habitantes.

El filósofo Roger Garaudy, miembro del Comité Central del partido comunista francés, antes de terminar la década de los  60 se dio cuenta de la importancia de introducir la cibernética y las teorías de sistemas en la organización del partido y en la administración, lo mismo que fue planteado en varios libros, entre otros: “El Gran Viraje del Socialismo” y “Ya no es Posible Callar”. La respuesta fue su expulsión.

Un mérito fundamental del socialismo cubano es la participación del pueblo en los diferentes niveles y organizaciones sociales; el ser un socialismo compenetrado con las mejores tradiciones de los más importantes pensadores del siglo XVIII y XIX.

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