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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Prensa privada con los mismos temas

18 de octubre de 2014

La oposición, quebrantada y dispersa, ensaya estrategias, sin resultados positivos, en su intentona por entorpecer el proceso de cambio de la Revolución Ciudadana y lesionar la imagen resplandeciente a nivel internacional del líder Rafael Correa Delgado, que apunta con el pronunciamiento y apoyo popular a participar en la contienda democrática de 2017.

La prensa comercial, convertida en el eje de la campaña por la restauración conservadora, mantiene con sus articulistas y reporteros una labor disimulada para exaltar a políticos fracasados y a perseguidos de la justicia, mediante entrevistas; y dedicar extensas coberturas a hechos insignificantes para fustigar al régimen, mientras ocultan las grandes obras y proyectos del gobierno del Buen Vivir.

Como a los periodistas sufridores de la derecha se les agotaron los temas para molestar al líder nacional, con motivo de los festejos por la independencia de Guayaquil, destacaron la bravuconada del Alcalde porteño, sus gestos de enfurecido, gritando libertad, libertad, más libertad, carajo. Libertad no es bullicio, es realidad.

Decía Honore de Balzac: “¡Cuántas tonterías humanas se encierran en ese recipiente que lleva como rótulo: ‘libertad’”. La libertad regirá cuando se liquide, definitivamente, el sistema neoliberal y el hombre y la mujer puedan vivir sin la presión de los que tienen más, sin sobresaltos, sin angustia económica, en un ambiente de armonía y paz.

Terminada la euforia octubrina en conmemoración a la independencia de Guayaquil, ciudad declarada su amante por algún periodista, de acuerdo con otros, retoman el tema de la delincuencia y lo tratan enrevesado para culpar al Gobierno de este aterrador problema social que azota al mundo y afecta de menor a mayor intensidad a las naciones de régimen capitalista y en proceso de cambio.

La prensa comercial toma el aislado asalto a un banco, un caso de violación y otro de sicariato, como argumentos para responsabilizar al Gobierno de ese mal social y exprofesamente elude tratar las causales de la conducta criminal: desafecto familiar, injusticia social, extrema pobreza, abandono y falta de educación en valores. Los reporteros, por disposición de su editor, salen de cacería en busca de un suceso delictivo o trágico para insistir en su campaña sucia de que el crecimiento delictivo es producto de un gobierno incapaz e indolente.

La eficiente acción policial, con resultados halagadores; el endurecimiento de penas, la rehabilitación de los presos y la ejecución de planes frente a la inseguridad y violencia, como política de Estado, han contribuido a disminuir el índice delictivo, tal como informa la prensa en general, pero es necesario avanzar en la lucha por consolidar los principios del régimen socialismo siglo XXI, que conllevan un cambio de vida de los sectores pobres y abandonados.

El mal social no se cura con discursos, sino con la participación de todos, decidida y permanente. Los medios comerciales, televisión y diarios impresos se esmeran por ser los primeros en difundir hechos delictivos, pero sin aportar soluciones; eso sí, culpan al Gobierno de ese azote social. La delincuencia será derrotada, en la era del cambio, no con la brutal represión, sino con salud, educación y trabajo a los sectores vulnerables, de extrema pobreza y abandonados.

Es un absurdo cantar libertad en la pobreza, ni creer que con leyes severas terminará la delincuencia. Solo el socialismo siglo XXI en marcha nos conduce a un mundo de paz, libertad y bienestar, y para ello es indispensable la unidad de los movimientos de izquierda y progresistas para enfrentar con firmeza a la derecha conservadora, que con todo el poder de su riqueza pretende frenar la histórica marcha hacia el cambio.

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