En estos años hemos comprobado que los “vulcanólogos” son al volcán lo que los meteorólogos al clima. Más importantes son los vigías y sus alertas tempranas, pero aún más importante es una población capacitada para entender el lenguaje del volcán y realizar evacuaciones con precisión quirúrgica, como ya lo ha hecho Baños.
Los integrantes del Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica hicieron noticia esta semana, abandonando la estación de Guadalupe en rechazo al no pago de haberes y sueldos bajos. El gobierno indica a la misma Politécnica falta de diligencia en sus gestiones, lo que produce el retraso en la entrega de fondos.
De su lado Hugo Yépez, director del IG, dijo que desde Quito se puede informar con prolijidad si es que ocurre una gran explosión. El mensaje que envía Yépez se puede traducir en que son innecesarios la estación de Guadalupe junto al volcán Tungurahua y los gastos que esta ocasiona.
Esta estación siempre ha sido fuente noticiosa cuando el volcán presenta explosiones fuertes o inesperadas, pero no siempre los “vulcanólogos” de turno han tenido la habilidad lingüística para dar una información racionalizada, por lo que en muchas ocasiones han generado un pánico innecesario y grandes pérdidas económicas a la zona centro del país.
Ecuador está en el Cinturón de Fuego del Pacífico y aquí es normal la gran intensidad sísmica y volcánica debido a la colisión de las placas oceánicas de Nazca y la Sudamericana, por lo tanto este conato de cierre de una estación de monitoreo de un volcán activo nos demuestra que el Ecuador no puede depender de una sola institución para mantener un adecuado y eficiente monitoreo de los 44 volcanes que tenemos, varios activos como el Tungurahua, el Reventador, el Sangay, el Guagua Pichincha, el Cotopaxi, por lo que debemos tener convenios con otras universidades e institutos que han dado señales de querer venir a Ecuador a estudiar este fenómeno volcánico con muchas connotaciones turísticas y, de hecho, la propuesta del presidente Rafael Correa va en ese sentido, al formar un comité interinstitucional que solicite a la Unesco la declaratoria de “Geoparque” volcánico a toda la zona del Tungurahua.
Sin embargo, es claro que no podemos prescindir del monitoreo que realiza el IG. Al sector turístico no nos ha ido bien con sus múltiples voceros, pero estoy seguro que nos iría peor sin ellos, y más cuando después de 12 años han empezado a incluir en su lenguaje “científico” variables sociales y turísticas.