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El Telégrafo

Los propietarios de la ley

23 de junio de 2013

El escritor español Javier Cercas lo ha dicho muy bien: “El pasado forma parte del presente, no pasa nunca. Entonces, hablo de la relación entre el pasado y el presente, de ese presente ampliado. Vivimos como una especie de dictadura del presente. Creemos que el presente por sí solo se explica, es falso. Sin el pasado no se explica”.

Por eso se entiende que la reacción tenga esa intensidad. Lástima que algunos periodistas, “amordazados” y mal pagados, hagan eco de convicciones que se desvanecen como el agua en la primera confrontación de ideas o en el simple ejercicio de revisar artículo por artículo.

Pero igual: tras la aprobación de la Ley de Comunicación hace falta precisar algunos temas. Ni hay un rechazo mundial ni tampoco es la mordaza que demonizan algunos. Tampoco ahí está la panacea a todos los problemas de la comunicación. Incluso, el tiempo dirá hasta dónde esta normativa es el resorte intenso que necesitamos los periodistas para garantizar todos nuestros derechos, como también hasta dónde la ciudadanía encuentra allí una respuesta a la defensa de sus derechos a la comunicación. De hecho, en esa dimensión las leyes solo crean las condiciones objetivas y las sociedades las hacen vitales en el día a día.
Por lo pronto hay una plataforma para abrir una nueva época en la comunicación. Es falso que no se pueda hacer periodismo de investigación: ahora es cuando vamos a verificar hasta donde era cierto que ese periodismo se ejercía con absoluto profesionalismo o era solo una pálida encomienda de intereses particulares.

También es falso que sea hecha por un presidente y/o un partido político. Bastaría que un grupo de estudiantes de periodismo hiciera la “etnología” de este proceso de discusión y aprobación de la ley, que vaya a los resortes y verdaderos propietarios de su gestación para entender que hay otras lógicas que se revelan.
Por ejemplo: ¿La lucha por la equidad en el otorgamiento de las frecuencias fue una demanda de ahora y solo del presidente actual o él recoge una lucha de décadas? ¿La profesionalización del periodismo no es y fue siempre una lucha de los gremios históricos y de generaciones de periodistas? ¿Que la producción nacional audiovisual tenga un importante espacio en los medios no ha sido la demanda ancestral de nuestros productores?

Me atrevería a decir que ahora sí nos sacamos la mordaza: ya no hay motivos para no producir bajo pretextos y razones de mercado o rating. Tenemos más oportunidades para hacer un periodismo con rigor y excelencia. Asumimos como un reto real la generación de nuevos relatos, con lenguajes propios, para hacer, además, publicidad desde nuestras identidades y talentos. No hay restricción para ampliar y amplificar las voces para contar con medios de todo tipo que pongan en un plano horizontal la producción periodística, con todas la dificultades que eso implica.

Me atrevería a decir que ahora sí nos sacamos la mordaza: ya no hay motivos para no producir bajo pretextos y razones de mercado o rating

No se entiende de otro modo la reacción de aquellas figuras y personalidades de la prensa privada y comercial: ya no son ni serán el ombligo del mundo; las estrellas y figuretis competirán con los cholos, montubios, longos, indios, mujeres y hasta niños en la gestación de escenarios mediáticos parecidos a lo que somos y no a lo que ellos copian de las grandes matrices culturales neocoloniales.

¿Y no ha sido esta ley una bandera de lucha de las izquierdas? ¿Por qué ahora se confunden en las curules de la derecha y en los lugares comunes para explicar lo inexplicable? ¿Por qué Pachakutik no acató el mandato de la Conaie sobre esta ley? ¿Por qué la derecha usa hasta el lenguaje de esas izquierdas para saldar sus conciencias culposas?

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