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El Telégrafo

Los 100 de Cartón Piedra

20 de septiembre de 2013

En la última década, las cosas no han cambiado mucho en la forma en que los medios de comunicación privados asumen el tema de la cultura. La mayoría de diarios eliminó las secciones de cultura y en su lugar aparecieron las de entretenimiento y espectáculos. En televisión es peor. Apenas si hay agenda de actividades. Las artes convertidas en show y diversión. Y en farándula, intentando -incluso- inventarse un “jet set criollo”. Es lo que vende, es lo que engancha, pues se trata de un negocio que debe ser rentable.

La actividad cultural no es noticia, a no ser que se trate de un escándalo. La promoción de la cultura no interesa. Y lo que es peor, tampoco interesa satisfacer la demanda de información de los lectores. Hace ya mucho tiempo que en Ecuador desaparecieron los suplementos culturales. Apenas si quedan breves espacios para reseñas de libros y autores.

Los suplementos son espacios concebidos no solo para la difusión de la actividad cultural sino, y sobre todo, para la generación de espacios de crítica y pensamiento. Es vital para una sociedad el contar con estos espacios, en los cuales se pueda ejercer un debate, serio y plural, en torno a las ideas y a partir del disenso.

De ahí la importancia de Cartón Piedra, el suplemento cultural de El Telégrafo, diario público, que  llegó ya a su número 100. Meritorio, sin duda. Y un notable esfuerzo. Este suplemento terminó con el bochorno de tener que reconocer que  Ecuador es casi el único país del continente que no cuenta con un suplemento cultural. Vergonzoso.

Los suplementos tienen la virtud de generar expectativas diferentes, ya que su circulación masiva permite traspasar el alcance de las revistas culturales y llegar a un público más amplio y diverso. Los suplementos pueden combinar actualidad, entrevistas o reportajes de coyuntura, con temas de fondo. Y son, esencialmente, espacios para el ejercicio de la crítica. Un país sin crítica (y autocrítica) será siempre un país chato. Hay que alentar el debate, la discusión, la reflexión.

Los suplementos acogen voces de distintas vertientes, cuanto más diversas, mejor. Y contribuyen a la formación  de públicos y lectores críticos. La razón de ser de un suplemento es estar al servicio de los lectores y no de los autores. Pero hay que partir de una condición de honestidad intelectual, aquella que  llevó al crítico mexicano Emmanuel Carballo a decir: “Cada semana arriesgo una amistad”.

Al final, apenas dos deseos; larga vida para Cartón Piedra y que ojalá -pronto- no sea el único suplemento cultural en los diarios del país.

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