Publicidad

Ecuador, 02 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Aníbal Fernando Bonilla

Las orillas que se juntan por la palabra provocadora

04 de noviembre de 2014

La poesía es el conjuro de las palabras mágicas sustraídas del ocaso y de la luz de los días febriles. Desde el cofre de las evocaciones, los versos emergen de manera inefable para deleite y/o padecimiento del lector(a). Es el efecto de la lluvia y la conjetura de lo indecible. Es la lágrima que brota de los confines de lo imaginario y de lo indecible de los atardeceres. Es la descripción ilimitada de la vida y de la muerte.

La poesía es la huella ignota que cabalga en la historia. Es el camino de los astros. Es la línea incandescente que deviene en fuego. Es magma incontenible en el desconsuelo de los vencidos. Es el arrecife que atormenta en las madrugadas. Es la mirada contemplativa que otea en la planicie de la geografía inacabada. Es el enigma que traen los amaneceres convulsionados ante lo desconocido.

Del 14 al 19 de octubre, Punta del Este acogió a más de ochenta creadores de la pluma en el 13° Encuentro Internacional ‘Poetas y Narradores de las Dos Orillas’ y 3° Congreso Americano de Literatura. Sin duda fue un verdadero jolgorio de la bella palabra, en donde la agenda incluyó mesas de lectura de textos, presentación de libros, foro sobre cultura y sociedad y conversatorios con estudiantes. Evento que tuvo el aval suscitador de Alfredo Villegas Oromí y Rocío Cardoso, impulsores también de Ediciones Botella al Mar.

Desde la pira de la ensoñación, la poesía -fantasma lúcido y lúdico- arremete de manera insolente en los vértices del quebranto y la esperanza. Es el incandescente hurgar de los códigos que se aferran al reloj de arena. Es el tránsito sin final. Es la ruptura del silencio desde los estertores de la noche. Es el anhelo del beso aturdido en el largo peregrinaje.

Como advierte Ignacio Suárez (Uruguay) con voz de tango: “Con aromas mezclados/ de alcoholes y tabacos,/  los alientos del hombre/ y la mujer se juntan/ susurrando sus nombres/ sobre pisos lustrosos y luego/ sobre almohadas tibias/ en las altas camas de la noche./ Sus palabras se acoplan/ repetidas/ del fondo/ de los tiempos, animales/ de pieles sudorosas,/ de sed de búsqueda/ y rechazos”.

En tanto, Óscar Rodrigáñez (España) dice: “Suelo volar a ras de tus ojos,/ te busco, pero las caricias se vuelven ásperas,/ tu objetivo es herir las gotas de sangre/ que nunca he derramado/ a tus pies,/ en tu vida,/ eternidad maldita”.

Desde las letras tránsfugas, Mayra Encarnación Meléndez (Puerto Rico), agrega: “Vuelco la página sin impresión alguna/ personajes fantasmagóricos/ atmósfera trasnochada de olvido/ tensión consumida por la oscuridad/ cierro el capítulo sin asunto por resumir/ sin tesis para escrutar/ sin ideología por socavar/ sin página con final/ (ni portadas para criticar)”.

Por su parte, Andrea Fontán (Argentina) persigue la urdimbre poética: “Y quedó la poesía/ y la pena de tus ojos/ mirando en este cielo/ un montón de preguntas// el viento se cae de las hojas/ me da en la cara/ fantasma de tus manos/ la forma del rubor de la noche…”.

Y, finalmente mi cántico -colmado de paisaje y brisa- a tan hermoso rincón uruguayo: “El mar agita mi corazón/ y sus aguas pronuncian/ el nombre de la mujer/ que muerde mis sueños.// Ausencia de besos/ que arden en la complicidad/ de nuestros desvaríos.// Rocas que resisten/ la humedad/ y la fatiga del tiempo”.

Contenido externo patrocinado