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El Telégrafo

La revolución de Esmeraldas (5)

14 de noviembre de 2013

¿Qué consecuencias tuvo la revolución de Esmeraldas?
La primera es que enriqueció notablemente a ciertos grupos oligárquicos. Es sabido que una guerra es siempre una desgracia social, pero un gran negocio para vendedores de armas y financistas del conflicto. Y esa guerra enriqueció y empoderó a la banca, en especial a la guayaquileña, a la que el gobierno de Plaza recurrió una y otra vez en pos de fondos. Así, los bancos emitieron mucho papel moneda sin respaldo, tanto para prestar al Gobierno como para sus propias especulaciones.

El país sufrió la consecuente inflación y las gentes exigieron a los bancos que les cambiaran sus billetes por  metálico, según permitía la ley, pero los banqueros pidieron a su gobierno-socio-cliente que dictara una “Ley Moratoria”, liberándoles de la obligación de cambiar por monedas de oro o plata sus papelitos de colores. El Congreso, liderado por el senador y banquero Enrique Baquerizo Moreno, dictó pronto esa ley, que vino a consagrar el atraco de los bancos a la sociedad entera.  

Poco después terminó el gobierno de Leonidas Plaza y fue elegido presidente el banquero Alfredo Baquerizo Moreno, quien negoció la paz con Carlos Concha, entonces preso en el panóptico, y pacificó a la provincia rebelde. Y así comenzó el reinado de la “bancocracia”, durante el cual gobernaron directamente los banqueros de Guayaquil o sus funcionarios.

A Baquerizo, accionista del Banco del Ecuador, le sucedió en el mando José Luis Tamayo, abogado del Banco Comercial y Agrícola y cuñado de Carlos Concha. Tamayo debió enfrentar en 1922 la revuelta popular de Guayaquil, causada por la inflación y especulación bancarias y por su secuela de hambre y miseria. Y su gobierno la resolvió matando a cientos de manifestantes, que luego fueron arrojados a la ría.

Entre tanto, en Esmeraldas, los antiguos jefes conchistas se volvieron empleados del régimen de la bancocracia liberal, pues pensaron que su lucha había sido solo contra la tiranía de Plaza. Así, unos fueron gobernadores y otros jefes políticos o intendentes de Policía. A su vez, el liderazgo político provincial pasó de los Concha Torres a su sobrino Pedro Concha Enríquez, primo y ministro de Velasco Ibarra, y luego a nuevos “caciques” liberales-velasquistas, salidos de la misma matriz política.

Uno de ellos fue el famoso comandante César Plaza Monzón, uno de los firmantes del célebre “Pacto de los Caciques” organizado por Guevara Moreno a favor de Velasco, y quien fue senador de la República y ministro de Gobierno. Y a él lo sucedió en el cacicazgo su hijo Julio Plaza Ledesma, que fue presidente de la Cámara de Diputados y director nacional del Seguro Social. Y a este su primo Gilberto Plaza Chillambo, que fue alcalde y legislador, amigo de Velasco Ibarra y compadre de Jaime Roldós.

Con sus conocidos métodos de clientelismo y violencia, el caciquismo se sostuvo en Esmeraldas hasta hace unas décadas, en que sucumbió ante la emergencia de nuevas fuerzas políticas.

En fin, el concertaje quedó sin piso con la supresión de la prisión por deudas en 1918. Pero el problema de la tierra ha continuado latente y la situación de la negritud ha seguido marcada por la marginalidad, la insalubridad y el olvido. Y en esas estamos, tratando como país de levantar la cabeza y, como sociedad, de recuperar la memoria perdida.

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