Todo fue un engaño en la marcha por el agua, la dignidad y la vida. Dijeron sus organizadores, miembros de las divididas Conaie y Ecuarunari, apoyados por gente del MPD, del Frente Popular y del FUT, que caminarían muchos kilómetros, desde El Pangui, en la provincia de Zamora Chinchipe, de donde salieron el 8 de marzo hasta llegar dos semanas después a Quito. Pero quedó al descubierto que en realidad avanzaron en bus o en camioneta, y que solo pocos metros antes de llegar a una población en el camino, se bajaban y recorrían a pie la corta distancia que los separaba de la siguiente comunidad.
Más adelante se descubrió otra farsa de la marcha del indigenado, puesta al descubierto por diferentes miembros de la agrupación, quienes aseguraron que el repetido estribillo coreado por los marchistas de que todos los presentes en aquella convocatoria eran voluntarios se trataba de otro engaño, pues los caminantes fueron obligados a integrarse a tal movimiento, so pena de ser sancionados cada uno de quienes se negaban a hacerlo, con 10, 20, 30 y hasta 40 dólares, o al castigo de no disponer de agua en sus tierras durante dos o tres días.
Pero no bastó con lo anterior. El caso es que la marcha del engaño estuvo plagada de mentiras. Manifestaron sus dirigentes -¿acaso será verdad que este sector del indigenado es el brazo izquierdo de la ultraderecha ecuatoriana? Pues por lo menos la ayudan en el juego- que la marcha sería pacífica, pues la intención de ellos jamás fue desestabilizar al Gobierno. Pero cuando llegaron a Quito provocaron desmanes al enfrentar en las calles de la capital a los policías de a caballo, hirieron con pedradas a dos gendarmes, así como a dos corceles con lanzas que únicamente portaban los indígenas que llegaron desde el Oriente.
Así también entraron de manera violenta al Palacio Legislativo, en donde le entregaron al presidente de la Asamblea un pliego de peticiones de la Conaie, compuesto por 19 demandas dirigidas a diversas instituciones del Estado -como la Presidencia de la República, la Asamblea Legislativa, la Corte Constitucional y la Fiscalía-, algunas de las cuales contienen pedidos imposibles de cumplir, pues de tal manera se atentaría contra la estabilidad del Estado, los intereses económicos del país y el cumplimiento de necesarias obras de desarrollo nacional.
¿Qué consiguieron los sectores indígenas del país con esta marcha del engaño? La división de esas comunidades, pues sus mayorías reconocen en el gobierno de Rafael Correa el más preocupado por entregarle a este importante sector de la población ecuatoriana la atención que se merece y que nunca antes ningún gobernante se interesó por hacerlo.
Sin embargo, al sentirse derrotados en su poder de convocatoria frente al gigantesco apoyo popular a favor del Presidente, los opositores del Gobierno se han manifestado por el desquite. No le perdonan lo que ha conseguido en beneficio del pueblo. En consecuencia, ya desde la Asamblea la rabiosa oposición se manifiesta contraria a todo mientras se anuncia una serie de actos masivos… Pero siempre encontrarán la firme defensa del pueblo a Rafael Correa. Que será un detente para la confabulación.