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El Telégrafo

La fatalidad de los trópicos

22 de enero de 2013

El objetivo del milenio sobre la seguridad alimentaria, establecido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, significa la reducción de la brecha existente entre la producción de alimentos y el consumo, lo cual, no obstante los esfuerzos tecnológicos realizados para la producción, no abastece para el crecimiento de la población, demostrando que las soluciones no solamente deberán ser tecnológicas sino también políticas en la relación de los países desarrollados y subdesarrollados.

Entre las causas anotadas para no alcanzar las metas del milenio tenemos la reducción del acceso y agotamiento de los recursos naturales para la producción: agua y tierra, los cuales registran, entre 1960 y 2000, que la tierra cultivada con cereales en los países desarrollados disminuyó de 0,59 a 0,47 y en los países subdesarrollados de 0,43 a 0,21 ha, per cápita y que el agua era cada vez era más escasa y financieramente costosa.

La calidad nutritiva de la alimentación de los sectores menesterosos también había desmejorado como efecto de la carencia de los micronutrientes que, para la alimentación humana, según los dietistas, son más importantes que las proteínas, las cuales son de origen animal y no están fácilmente al alcance de los pobres.

En esta situación, los territorios de las franjas tropicales terrestres constituyen una valiosa reserva de recursos naturales por sus extensas zonas de suelos aprovechables y la presencia de las mayores fuentes de agua dulce en el planeta, como son la cuenca del río Amazonas y el Acuífero Guaraní, no obstante en ellas paradójicamente se localiza la mayor parte de los países subdesarrollados y desde los tiempos de la conquista ha sido considerada por los países ricos de las regiones templadas como su mercado y fuente de abastecimiento, es decir, parte de su opulencia reside en los trópicos.

Estas condiciones excepcionalmente favorables frente al subdesarrollo existente son calificadas por un banco de desarrollo recurriendo a un determinismo geográfico: los países ricos en recursos naturales y más cercanos al Ecuador están condenados a ser atrasados y pobres. Por lo cual hay que recurrir a condiciones de mercado y prácticas tecnológicas eficientes de los países de clima templado.

Esta afirmación, la cual perversamente sugiere la dependencia, ¿no convendría contrastarla con el desarrollo de países del sureste asiático que, estando en los trópicos, han tenido éxito?

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