Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

La censura de la empresa privada

11 de agosto de 2013

Ahora es con “La muerte de Jaime Roldós”, un documental muy bien hecho por Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera; ayer fue con el libro “WikiLeaks en la Mitad del Mundo”; pero también durante los últimos meses y años, con autores, poetas y novelistas “vinculados” a la Revolución Ciudadana.
 Ha sido tan cacareado el tema de la censura desde la prensa privada y comercial que cuando lo hacen con asuntos de interés público no importa. “Es normal” dirán, apelando a que, siendo un negocio particular, pueden hacer lo que les dé la gana.

Lo he dicho varias ocasiones en diversos foros: los poemarios de Javier Ponce y María Fernanda Espinosa no han tenido ninguna atención de la prensa comercial por un asunto de estricta militancia política. No voy a mencionar lo que han hecho con mi novela, de reciente publicación. Los libros de René Ramírez no merecen ni una línea y son, por muchas personas, valorados como un alto pensamiento crítico. En las redacciones culturales de los diarios (“libres e independientes”) no existe esa realidad, se ignora, pero en la práctica, por lo que me filtran, hay una orden de no dar ninguna relevancia a lo que hacen los “revolucionarios correístas”. Y los editores de esas secciones se lucen por exponer en las redes sociales su “pensamiento” crítico y culto sobre los temas políticos, pero esconden, se callan y autocensuran cuando no pueden ni siquiera criticar las publicaciones de quienes hacemos, de una u otra manera, pensamiento.

¿Quién critica o cuestiona a las grandes cadenas de distribución de películas? ¿Por qué es tan difícil mencionar los nombres de las empresas y personas que impiden la exhibición de “La muerte de Jaime Roldós”? ¿Van a perder el auspicio y los anuncios y, por lo tanto, es imposible ejercer la independencia de la que tanto se precian? ¿En dónde queda la autonomía de los editores culturales y de los jefes de redacción de esos diarios que levantan su voz cuando desde el poder político se critica -no se censura- lo que publican?

¿Porque  se menciona a León Febres-Cordero  en un documental está vetado verlo en ciudades donde solo hay un cine de la misma cadena y corporación?Y solo añadir algo: ¿Qué habrían hecho los diarios comerciales si desde el Gobierno se impedía la publicación, exhibición o circulación de una obra artística? ¿Se acuerdan de lo que hicieron con esas escaramuzas sobre autores que no pudieron viajar a ferias de libros en el extranjero? ¿Porque ahora se menciona a León Febres-Cordero en un documental está vetado verlo en ciudades donde solo hay un cine de la misma cadena y corporación que señala el factor político como razón de la censura?

En la práctica hay una clara postura sobre la cultura: no existe obra ni publicación que merezca la atención del sector privado (entre ellos los medios) si  vienen desde una postura crítica de la realidad. Mucho más si se con ello se afirma la memoria histórica, en la que no caben ya posturas coyunturales o personales.

Indigna lo ocurrido con el documental, con la prohibición de colocar libros en las percheras de los supermercados o de ignorar la publicación de poemarios y novelas en las secciones de Cultura de la prensa privada. Y espero que algo de vergüenza exista en aquellos periodistas que tienen la obligación de someterse a los intereses comerciales antes que a sus anhelos profesionales de hacer un buen trabajo en favor de los lectores y no solo de los auspiciantes y financistas.

Por suerte hay ahora otros medios, me dicen dos amigos. Sin los medios públicos, todo lo anterior no se habría conocido y daríamos por hecho que no existió. ¿Cuánto de eso vivimos por mucho tiempo en  Ecuador cuando no había medios públicos y comunitarios? Pablo Palacio, el enorme escritor lojano, habría necesitado de medios públicos para promover su obra, los privados lo ignoraron en su momento.

Contenido externo patrocinado