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El Telégrafo

Jornada Mundial de la Juventud Río 2013

01 de agosto de 2013

Creo en la libertad, igualdad y fraternidad. Fui bautizado católico y soy un creyente en Dios que tiene tantas crisis de fe, precisamente porque el estudio filosófico y esotérico que es necesario para vivir entre la escuadra y el compás, me ha obligado hacer preguntas que no tienen respuestas y he aceptado resignadamente que los seres humanos vivimos entre el misterio y la realidad.

Es por eso que no puedo dejar de comentar el peregrinaje y la reunión en las playas de Copacabana en Río de Janeiro, de más de tres millones de jóvenes católicos  de 175 países de todos los continentes y lugares más remotos de la Tierra que buscan en Cristo la solución a los acuciantes problemas de la humanidad y  nos dan un ejemplo de  que todavía hay esperanza y una forma diferente de mirar el futuro. Liderados por el Papa Francisco, que es  un modelo de clérigo y ser humano, esta inmensa muchedumbre de muchachos ha sido guiada  a que “vayan sin miedo para servir”.

Y no me juzguen equivocadamente. No pretendo hacer una apología de la religión Católica, ni de ninguna religión, pero considero que hay una grave falencia ideológica  y espiritual en el mundo. Mi generación se volvió irresponsablemente pragmática y egoísta y los jóvenes no tienen muchos ejemplos idóneos a seguir que no sean los tecnológicos y científicos. La felicidad se mide ahora por un inalcanzable bienestar económico.

No pretendo hacer una apología de la religión Católica, ni de ninguna religión, pero considero que hay una grave falencia ideológica y espiritual...El mensaje de Francisco, quien pide tres sencillas actitudes, no está dirigido solamente a los cristianos católicos, sino a todos quienes necesitamos de la fe en cualquier creencia e indiferente de la raza y de la ubicación geográfica. La primera actitud: mantener la esperanza; Dios con cualquier denominación que sea conocido en el mundo: Iahveh, Jehovah, Señor, Adonaí, Allah, Hanyu Pinyin, Shen, Tian Zhu, Bhagavan, Ishvará, Vishnú, Shivá, Brahmán, Paramatma, Inti, Pachacamaq,  Jesús, Cristo,  no deja que sus criaturas se hundan, especialmente en la soledad y el vacío. La segunda actitud: dejarse sorprender por Dios, quien guarda lo mejor para nosotros que es su amor. El Gran Arquitecto del Universo interviene profundamente en el corazón de aquellos que estén dispuestos a aceptarlo. Y la tercera actitud: vivir con alegría, que es consecuencia de caminar en la esperanza y dejar que el Señor nos sorprenda con sus bondades. La alegría de vivir realmente es espiritual, no material.

Francisco aprovecha esta oportunidad para advertir a la clase dirigente, usando las palabras del pensador brasileño Alceu Amoroso Lima, que quien tiene un papel de responsabilidad en una nación, está llamado a afrontar el futuro “con la mirada tranquila de quien sabe ver la verdad”. Les advierte de que: “ El  común sentir de un pueblo, las bases de su pensamiento y de su creatividad, los principios básicos de su vida, los criterios de juicio sobre las prioridades, las normas de actuación, se fundan, se fusionan y crecen en una visión integral de la persona humana”.

Insiste en la responsabilidad social. “Esta requiere un cierto tipo de paradigma cultural y, en consecuencia, de la política”. Les aclara que: “Somos responsables de la formación de las nuevas generaciones, ayudarlas a ser capaces en la economía y la política, y firmes en los valores éticos. El futuro exige hoy la tarea de rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de la caridad”. Finalmente completa su reflexión diciendo: “Además del humanismo integral que respete la cultura original y la responsabilidad solidaria, considero fundamental para afrontar el presente: el diálogo constructivo.

Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo”. Qué emocionante mirar una playa llena de corazones jóvenes y especialmente de un firme  líder  espiritual que pide a sus feligreses regresen a la Iglesia a pesar de los curas. Por eso yo creo en Dios y que el mundo  tiene un futuro.

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