Durante diez días se expone en cancillería “Nuestra democracia en imágenes”, esta muestra recoge el valor de un Estado constitucional, de derechos y justicia, social y democrático que se transforma en la obligación de todos y todas de construirlo, para lo cual es indispensable la “memoria histórica”. Entre los hechos está el 30-S, aquel día la convivencia se vio amenazada por conductas antidemocráticas, pero aquel día se cambió el rumbo de la historia.
Esta “intentona golpista” se diferencia de los sucesos de décadas anteriores en donde el establishment se reposicionó luego de grandes movilizaciones sociales, vulnerando la posibilidad de un gobierno popular. En 1995, la corrupción y el descontento generaron manifestaciones que terminaron en la calificación de incapaz mental al entonces mandatario por el Congreso Nacional que instauró un “conveniente” interinazgo. Más tarde el salvataje a los bancos ejecutado por el gobierno democristiano y sus colaboradores -que aún nos creen ingenuos- fue objeto de la protesta social, sin embargo las élites entregaron el poder a su Vicepresidente. Ni menos se compara con abril de 2005 que puso fin al entreguismo obligándolo a salir de Carondelet en helicóptero, pero nuevamente la mejor figura de la partidocracia posesionó un presidente.
El 30-S dista de estos hechos por varias condiciones: el intento de golpe provenía del sector llamado a garantizar la seguridad ciudadana; las motivaciones no tenían fundamento claro y real sino más bien una desinformación generalizada entre los uniformados; y esta vez la ciudadanía se volcó a las calles para exigir se respete el mandato otorgado en las urnas. Lamentablemente el enfrentamiento acabó con la vida de varios hermanos. De ese fatídico día, más allá de respaldar o no a un gobierno, está la lección aprendida de valorar nuestra democracia para defenderla y protegerla de los intereses de grupos de poder que se resisten a dejar sus prácticas.
“Nuestra democracia en imágenes” nos deja la responsabilidad de cultivar los valores de libertad, igualdad, respeto y solidaridad; nos recuerda el pacto social plasmado en la Constitución 2008 que demanda el diálogo, la cultura de paz en lugar de la violencia; y principalmente nos compromete a fortalecer esta democracia que, como lo refería Perón, es aquella en donde se trabaja por un solo interés: el del pueblo.