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El Telégrafo

El espejismo de Occidente

23 de diciembre de 2013

¿Qué sucederá en Ucrania, donde parte de su población occidental ha comprado el ‘sueño de perro’ de integrarse a la UE y abandonar el sistema comercial de preferencias con Rusia? Pasará lo que no quieren prever los que propugnan el proyecto comercial con la UE, que repetirán en ellos la tragedia que viven los pueblos de Europa Mediterránea, y muchos otros, cuyos reclamos nadie escucha y a los que solo les llueve palo sobre palo para que no protesten. Cuando sus productos no los puedan comerciar ni en su propio territorio, por no ser competitivos ni cumplir con los estándares europeos, los van a inundar con las sobras de Occidente y se van a quedar sin pan ni pedazo.  

La población de la parte oriental de Ucrania tiene una posición pragmática y dice: No dejemos lo cierto por lo dudoso y aprovechemos las actuales ventajas del comercio con Rusia, mejoremos la calidad de nuestros productos, seamos más eficientes y, solo entonces, ingresemos a la UE. Que no nos pase lo de Bulgaria, donde sus pobladores no tienen ni siquiera con qué pagar la luz que consumen, nada producen y sus mujeres se prostituyen mientras sus maridos delinquen en las ciudades de Europa Occidental, porque en su país no hallan trabajo.

Los dirigentes de las potencias occidentales nada le ofrecen a Ucrania y solo financian, mediante sus ONG, las manifestaciones en la plaza Maidan, van a ese lugar a solidarizarse con los que manifiestan su frustración por la no firma de un acuerdo desventajoso para Ucrania y, descaradamente, presionan a Yanukovich para que se rinda ante sus exigencias; por algo Lavrov sostuvo que han “perdido el sentido de la realidad, lo que me da mucha pena”.

Putin al referirse a Ukrania, origen histórico de Rusia, rica en tradiciones comunes y hermanada con Rusia por mil batallas, dijo que se puede suicidar sola, si eso es lo que busca, pero que a un buen amigo se lo acompaña hasta la sepultura, pero nadie en sus plenos cabales se entierra con él; sin embargo, la apoya económicamente para que no se doblegue ante Occidente.

Lo de Ucrania es un ejemplo de lo que escribí la semana pasada: una cosa es ser libre y otra es buscar ‘freedom’. Ese país es libre y su libertad la obtuvo con el costo de millones de soviéticos que durante la II Guerra Mundial ofrendaron su vida para otorgársela. Ahora, los líderes políticos de los mismos lugares donde se recibió a las tropas nazis con bombos, besos y flores, y que luego colaboraron con los ocupantes, la quieren malbaratar a cambio de un espejismo llamado ‘freedom’.

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