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El Telégrafo

Demoler la burocracia feudal de la educación (2)

04 de mayo de 2013

Los burócratas hablan en nombre del Estado, se funden con los escritorios y se creen pequeños napoleones o reyes del universo. Actúan en provecho personal, familiar y de grupúsculos. Se convierten en una élite privilegiada y una casta que usurpa y distorsiona el verdadero servicio público.

En los procesos históricos como la Revolución Francesa, la Independencia Latinoamericana, los traidores placistas en la Revolución Liberal ecuatoriana y en la llamada Revolución Mexicana, la burocratización de sus protagonistas deformó los procesos y se alejaron de sus objetivos iniciales. En la actualidad, el mayor peligro de los procesos sociales revolucionarios latinoamericanos y del Caribe son los mandos medios, son los malos funcionarios públicos convertidos en verdaderas mafias, continuadores desde la Colonia que heredan los puestos públicos, prebendas y negociados, en especial en los servicios de adquisiciones, ¿qué hacer?

Que los máximos y principales dirigentes del Estado y de la educación sean un ejemplo de honradez, transparencia y de intransigencia implacable contra la deshonestidad, la vagancia y la mediocridad.

No es suficiente tener un plan de desarrollo, colgar en marcos la misión y visión de las instituciones públicas y de educación. Se requiere que todo funcionario tenga siempre presente y enseñe a los ciudadanos cómo aportan sus servicios a algún sector de la realidad. Que sean conscientes en cada instante de su contribución personal con la sociedad y en cómo se materializa su trabajo.

Cuando un ministro o directivo es improvisado, honrado y solidario los burócratas experimentados se divierten  como lo hacen los gatos viejos con los ratones tiernos. Cuando los directivos son déspotas, los burócratas lo son mucho más; cuando los directivos solo llegan a robar, a aprovechar la oportunidad, los burócratas se sienten mucho más alentados para hacer lo mismo. Solo cuando los ministros y funcionarios de libre remoción se encuentran preparados, saben lo que se debe hacer, conocen el funcionamiento administrativo y el tráfico de influencias, pueden neutralizarlos y ponerlos a trabajar al servicio de la comunidad y del país.

No cambiará  al Ecuador una administración pública tecnocrática, burocratizada y deshumanizada. Trotski, el “Che” Guevara y Eleuterio Fernández Huidobro se dieron cuenta de que el mayor enemigo del socialismo y de un proceso revolucionario es la burocratización de su dirigencia.

Solo un cambio en la conciencia, en la cultura y en la educación transformará al Ecuador.

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