“No a la idolatría. El Presidente (Correa) le está dando cobertura a este pecado en Ecuador”, vociferó el pastor Eduardo Mora León, según AFP. Acto seguido, reseña la nota, sus seguidores quemaron las imágenes del papa Francisco, quien eligió el nombre del amigo de los animales y de la hermana Luna. Todo frente a la iglesia de San Francisco.
Otra aparición de los pentecostales fue durante la procesión de la imagen del Cristo del Consuelo, en Guayaquil, a propósito de la Semana Santa. Allí, con pancartas en mano, fueron repelidos por algunos de los miles de católicos. Esta vez no hubo mártires. También arrojaron al suelo una cabeza de un cristo de madera, tallado en San Antonio de Ibarra.
Se sabe que la extrema derecha de Estados Unidos está atrás de estos movimientos eclesiales, en los que una de sus fervientes seguidoras fue la candidata republicana a la Vicepresidencia Sara Palin, quien defiende la enseñanza del creacionismo en las escuelas, alejada completamente de ideas evolucionistas, entre otras sutilezas. Los pentecostales se inspiran en el bautizo del Espíritu Santo y dicen tener el don de hablar en lenguas. Jesús decía: “Amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os calumnian”.
Dicho pastor no está registrado y, acaso, no ha leído el artículo 2 de la Ley orgánica y libertad religiosa, que señala el respeto, la tolerancia y la convivencia pacífica entre los diversos credos (los evangélicos han rechazado estos actos violentos). Además, el artículo 15 señala acerca de la Prohibición de discriminación por creencias religiosas. Como este es un Estado laico, también las leyes humanas –como la incitación al odio- deberían preocupar al Ministerio del Interior.
Una clave: este grupo de pentecostales tiene sus reales en los barrios marginales de Guayaquil donde, como bien señalan sus postulados, se paga diezmos. ¿La cúpula de la Iglesia Católica dejó, a la mano de Dios, a su rebaño de varios sectores del Guasmo? En la alta noche, en la televisión incautada, aparecen programas al estilo de “Pare de sufrir”, en los que otros pastores reclutan a sus seguidores con argucias non sanctas. Respetamos el éxtasis de los pentecostales, ellos deberían respetar a los cristos sangrantes, aunque sean rezagos de la Colonia.
Lo propio debería ocurrir para quienes profesan las palabras de Nietzsche, pero aún los inquisidores andan por el mundo porque también los curas de base, de la Iglesia Católica, sufren un embate silencioso lejos del papa Francisco. Que lo diga Sucumbíos.