Publicidad

Ecuador, 23 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Allí están, estos son

10 de mayo de 2012

Los WikiLeaks los han clavado en la picota. Los han mostrado como son: pajes del rey, bufones del emperador. Todos ellos inclinados ante los amos del mundo, obligados a darles  parte puntual de sus actos, informarles de sus pasos día a día, jurarles fidelidad, servirles la mesa y el papel higiénico. Se llaman Lucio Gutiérrez o cualquier otro apelativo seudopatriota o socialcristiano.

Son los mismos de siempre. Los felipillos que para convencer a sus prójimos hablan su misma lengua, pero que para escarnecerlos y despellejarlos hablan el lenguaje del conquistador y cumplen obsecuentemente sus mandatos. No es nada nuevo. La traición paga, y el traidor es tan antiguo como las hienas y los cerdos, con perdón de estos distinguidos animales.

Cuando Lucio subió a la presidencia en medio de proclamas nacionalistas y revolucionarias, juró transformar al Ecuador o morir en el intento. Ni lo uno ni lo otro. Corrió a ponerse de rodillas ante George W. Bush -el genocida que dejó atrás a Hitler- y se declaró ante la prensa mundial, sin chiste alguno, “el mejor amigo y el mejor aliado de Estados Unidos”. Volvió orgulloso en su nuevo rol de ecuagringo, con la CIA al anca y un cerrado escudo de bribones y traficantes petroleros.

Mantuvo la base yanqui de Manta, instalada por Jamil Mahuad y momias cocteleras encabezadas por el ex canciller Heinz Moeller; convirtió a Carondelet en oficina de trámites de la embajada norteamericana y llenó todos los huecos burocráticos con su ávida parentela. Por eso, a la hora de la verdad, cuando llegó el terremoto popular que lo tumbaría de bruces, la embajadora K.K. (Kristie Kenney) acudió presurosa a palacio para despedirlo llorosa mientras su héroe, todo él chorreado, huía en helicóptero rumbo a distantes paraísos.

Desde luego, “el mejor aliado” fue consecuente con su juramento. En septiembre de 2010, una semana antes del fallido golpe del 30, se mostró risueño junto a Roberto Isaías, Carlos Vera y otros ecuagringos en el conciliábulo conspirativo de Miami, durante el cual Montaner, celebrado periodista del Imperio, le declaró eminencia continental, con los aplausos del coronel Mario Pazmiño, quien fuera destituido de la jefatura de Inteligencia del Ejército por el presidente Rafael Correa luego de la agresión colombo-norteamericana de Angostura. (Este mismo señor Pazmiño, que hoy funge de líder de los militares que se reclaman “Héroes del Cenepa”, tengan o no razón en ello).

Y claro, el brillante papel del gutierrismo sigue deslumbrando a quienes, por mucho que se esfuerzan, no hallan un candidato potable para las elecciones presidenciales de febrero próximo, al punto que Carlos Vera ha declarado que, si no queda otra alternativa, votaría por Lucio aunque sea tapándose las narices. Y puede que el ungido de este previsible conciliábulo derechista-madera apolillada-banqueros prófugos, etc., etc., ciertamente resulte el desertor de Carondelet. De allí que acude a la memoria del público ese cántico rebelde de los estudiantes de ayer: “Allí están, estos son los que joden a la nación”.

Contenido externo patrocinado