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El Telégrafo

Aliento para los perdedores

28 de septiembre de 2013

Por mandato ciudadano, expuesto categóricamente en la consulta popular del 7 de mayo de 2011, la Asamblea Nacional aprobó la Ley de Comunicación, hoy en plena vigencia. En los artículos 55 y 56 constan el funcionamiento y atribuciones de la Superintendencia de la Información y Comunicación con la específica finalidad de hacer cumplir las normas del proceso comunicacional. La oposición política, como estrategia, utiliza recursos mañosos para intentar desprestigiar la verticalidad de la ley, porque sabe y acepta que su vigencia es irreversible.

Como fracasó el boicot mediático de la llamada Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep), la prensa “independiente” se esfuerza por alentar a los grupúsculos vencidos vergonzosamente en la consulta presidencial, para que no dejen de participar, decididamente, en la contienda electoral de febrero de 2014.

En los preparativos para la renovación de los gobiernos seccionales, los periodistas comerciales abren sus páginas a dirigentes fracasados o de escasa relevancia y los llaman líderes, a manera de motivación. El líder en el campo político, según la Real Academia de la Lengua Española, es el iniciador o impulsor de una conducta social. Es el guía de los cambios estructurales en la administración del Estado en beneficio de las mayorías. Orientador del civismo y valiente que arriesga su vida por defender a los demás.

Como forma de exaltación o para destacar supuesta relevancia, se tilda de “activista político” a una persona, sin posición ideológica definida y al margen de las agrupaciones proselitistas, pero eso sí lista a fustigar al gobierno del Buen Vivir y a aceptar una nueva postulación, aunque ya consta como candidato perdedor. Llámenlo, simplemente, por su nombre. La línea de los medios “independientes” se mantiene inalterable, con su amplia cobertura a los protagonistas disminuidos de la oposición y el mutismo a las grandes obras sociales y proyectos de gestión popular del régimen de la Revolución Ciudadana.

Los periodistas insultadores, acostumbrados a prescindir de las fuentes, difundir sobre la base de rumores y mofarse del adversario, se alistan, por instrucciones de sus empresarios y la oligarquía, a inmiscuirse en la jornada electoral de 2014, pero esta vez, y desde ya, se movilizan con cautela para no quebrantar las disposiciones constantes en la Ley de Comunicación. Los necios indagan y seleccionan pretextos para promover escándalos mediáticos, como marchas ridículas contra la explotación Yasuní, reclamo de los jubilados, por la entrega del bono, obsequio del Gobierno, caso único en la historia republicana como homenaje al servidor público; el griterío de la extinta UNE, entre otros temas.

El periodista, con su voz crítica  y de orientación patriótica, contribuye a enderezar rumbos a los regímenes en peligro de sucumbir por sus errores. En muchos casos ayuda a encontrar soluciones en un ambiente de paz y concordia. Pero el malintencionado, cargado de odio y venganza, con sus disparates puede causar una grave conmoción social.

Si rigiera entre los medios un acuerdo para desarrollar una amplia labor de orientación cívica, los ecuatorianos, sin presión alguna, adoptarían posiciones acertadas.

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