Por favor, ¡plágienme! (4)

Asimismo, esta tendencia de consumir los símbolos de los sectores más progresistas es una necesidad para estos grupos como parte de la disputa política, sin importar la higiene de los utensilios que utilizan. Comprar la máscara del ‘Che’ o de Lenin en algún cotillón socialista y participar en el carnaval trillado de la militancia universitaria. Desprovisto de autenticidad, de esa legitimidad perdida en los laberintos de historia del siglo pasado.

En palabras del ‘Che’ Guevara: “Por otra parte, expresamos una vez más que las lacras coloniales que detienen el desarrollo de los pueblos no se expresan solamente en relaciones de índole política (…)” (Ernesto ‘Che’ Guevara, ‘Discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas’, 12 de diciembre de 1964). Cuando el ‘Che’ hablaba de las lacras del pasado se refería a esta izquierda.

Es más sencillo para las fuerzas antipopulares disfrazarse de algo más radicalizado, lo que se ubique más a la izquierda de la órbita planetaria para no sentir la vergüenza y la ignominia de ser parte de los que odian al pueblo. Deben mimetizarse para no expresar su verdadera naturaleza ideológica y de clase. Con esta derecha explícita, los termina uniendo su oposición a los gobiernos populares, pero que intentan diferenciarse por su retórica embelesada por los manuales del marxismo. Difícilmente entren en la coherencia de este discurso y vayan a vivir a la Cuba de Fidel Castro. No durarían un solo día lejos de su paraíso consumista.

Ahora bien, siguiendo con el planteo sostenido en la segunda parte de la nota, en una universidad elitista y colonizada habitan los antihéroes del pensamiento crítico, terroristas del mundo intelectual. En la tensión entre liberación y dependencia, la educación superior juega un papel fundamental en la conquista por la soberanía intelectual y la descolonización del saber en el marco del proceso emancipatorio que atraviesa nuestro continente. Por ello, la universidad se convierte en una urgencia de la actualidad.

En conclusión, parafraseando a George Orwell: “El lenguaje académico muchas veces sirve para hacer parecer verdad las mentiras y al plagio cosa respetable”. La cuestión del plagio en las universidades se disfraza muy bien con banderas de whipala y fondos que dicen Abya Yala que nos invita a preguntarnos quién es el diseñador de estos decorados y escenografías antiimperialistas; creando la ficción mesiánica de una izquierda burguesa que pretende pasar desapercibida de las lesiones que le provoca al conocimiento. Un estilo que pinta de colores lo oscuro y cínico de esta actividad que pasa desde el capítulo de una obra célebre hasta la Wikipedia. Algo que poco a poco deja de sorprendernos pero que mantiene controlado, centralizado y planificado al plagio en el subrepticio interior de la academia.