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Por favor, ¡plágienme! (1)

Por favor, ¡plágienme! (1)
25 de marzo de 2014 - 00:00 - Maximiliano Pedranzini. Ensayista argentino

Así se titula la notable novela del escritor argentino Alberto Laiseca que narra con un tono ácido y corrosivo el problema del plagio en todas sus variantes conocidas como la política, las ciencias y la literatura, haciendo a modo de ejemplo la tarea más infame para un autor que es plagiar a otros autores como Kafka, Joyce, Borges, Poe, Bradbury y otros, ilustrando de sobremanera este fenómeno ‘mortal’ para el mundo intelectual e inventa en esta extraordinaria odisea literaria una genealogía de plagiarios.

Este vil recurso aplicado a diestra y siniestra en las universidades (ya sean públicas o privadas) nos hace pensar cuál es la calidad de la formación académica y el deterioro que esta viene sufriendo desde hace un largo tiempo, principalmente en nuestra región. Como glosaba Michel Foucault, ‘el saber es poder’, pero también es un litigio que requiere nobleza para aprehender ese saber y no apelando al robo de ideas de otros autores y hacerlas pasar como propias. Este es un dilema que afecta a toda la comunidad universitaria y que pese a la toma de conciencia sobre esta problemática, se ha convertido en una plaga que se viene reproduciendo y acabando con toda la producción genuina de conocimiento. ¿Un síntoma del posmodernismo residual?

Pero la cuestión central en esta crisis intelectual que atraviesa la esfera universitaria es la proliferación sistemática de graduados que han pasado con impunidad los filtros de evaluación y han sabido con astucia escabullirse de los juicios académicos, conquistando así el tan ansiado título universitario. Esto señala que, en esta carrera por insertarse al mercado laboral, todo se vale en un juego cuyas reglas las ha impuesto el capitalismo desde hace varios siglos.

Esto es bueno mencionarlo, ya que en esta época la ética para un militante autodenominado socialista no tiene nada que ver con esta praxis espuria por alcanzar el alto honor de graduarse, en donde la ideología en el contexto universitario no siempre recorre la misma senda que la sórdida carrera por ser un profesional de la burguesía. Decía Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. Es mejor guardar la ideología en el bolsillo a la hora de sacar ventaja en este fatídico maratón. Desnuda la hipocresía y la mediocridad de quienes citan con grandilocuencia al padre del socialismo científico y a su vez le copian el manuscrito a un catedrático desde el título hasta la última coma. Pasan de ser victimarios a víctimas en un abrir y cerrar de ojos, usando como coartada su posición de izquierda como si esta les otorgara ‘inmunidad académica’. ¡Tú tienes que saber esto porque eres un militante!, le exclama un profesor a un alumno en una mesa de examen. ¡Bueno, si no lo sé lo plagiaré! Esto sucede y es lamentable.

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