El tono, la mirada, su postura y el mensaje estuvieron en una sintonía plena para rubricar lo que fue un hilo común desde el domingo pasado: Francisco quiere otra iglesia, una institución comprometida no consigo mismo sino con los pobres, con los excluidos y los descartables. Si alguien quiso interpretar sus palabras como un mensaje al gobierno, a la oposición o a los actores políticos, se equivocó. El mayor sacerdote de los católicos se dirigió a ellos y a sus autoridades; hizo un reconocimiento (directo y metafórico) de que no hay que cobrar nada, que lo recibido fue gratis y, por supuesto, ni él mismo iba a cobrar sus oraciones y misas. ¿Más claro que eso, qué? Lo más intenso y conmovedor desde un punto de vista doctrinario fue lo dicho ayer en ese tono de consejero y de maestro sabio ante sus feligreses: “La gratuidad es una gracia que no puede convivir con la promoción. Y cuando un sacerdote, un seminarista, un religioso, una religiosa, entra en carrera, no digo mal, carrera humana, empieza a enfermarse de alzhéimer espiritual. Y empieza a perder la memoria de dónde me sacaron. Dos principios para ustedes sacerdotes, consagrados y consagradas. Todos los días renueven el sentimiento de que todo es gratis. El sentimiento de gratuidad en la elección de cada uno”. ¿Habrá dicho algo parecido a los obispos en el encuentro sostenido el martes pasado? ¿Qué pasó ahí que los obispos han querido guardar prudencia? ¿La cúpula católica ecuatoriana ha recibido de Francisco un llamado de atención por esa ligazón con determinadas élites económicas y políticas? ¿Ya no habrá más cobros exuberantes para casar, bautizar o confirmar, como se ha criticado? VIDEO El mensaje medular de su visita al Ecuador ha sido interpretado de muchos modos y es dable porque se trata de un discurso doctrinario y por tanto le llega a cada uno desde una absoluta subjetividad. Pero ayer, con los ojos clavados en las monjas y sacerdotes fue mucho más explícito: “Hoy tengo que hablarles a los sacerdotes, a los seminaristas, religiosos, religiosas y decirles algo...”. Y ese algo fue mucho y concreto. Nada de creerse por encima del resto, recordar de dónde salieron, no renegar las raíces, no cobrar la gracia, no sentirse promovido, etc. Como él mismo lo reconoció: hay que hablar como maestro, de modo circular para enfatizar los conceptos. Y por eso volvió una vez y otra a subrayar (como lo hizo en Guayaquil y en la iglesia de San Francisco ante empresarios y dirigentes sociales) la gratuidad como un don natural humano, con el que se puede vivir sin para ello pensar en la fortuna y la riqueza. Fue muy conmovedor escuchar estas palabras en un país donde la reflexión política a ratos es pedestre y personalista: “Y pidan la gracia de no perder la memoria, de no sentirse más importantes. Es muy triste cuando uno ve a un sacerdote o a un consagrado o una consagrada que en su casa hablaba el dialecto, o hablaba otra lengua, una de esas nobles lenguas antiguas que tienen los pueblos de Ecuador, cuántas tienen. Y es muy triste cuando se olvidan de la lengua. Es muy triste cuando no la quieren hablar, eso significa que se olvidaron de dónde lo sacaron. No se olviden de eso. Pidan esa gracia”. Y si hay que contextualizar, como dijo un sacerdote ecuatoriano: “Al irse Francisco, ojalá tengamos un país más bueno”. Por supuesto. En una nación católica en el 80% lo único deseable sería aspirar a que los fieles cumplan a cabalidad con estos propósitos. Que los ateos aprendamos de esa doctrina para entender mejor esa otra realidad y vivamos en una armonía compleja. (O) CITAS “Toda esta riqueza espiritual, la piedad, viene de haber tenido la valentía de consagrar la nación al Corazón de Jesús”. “Religiosas, religiosos, sacerdotes, seminaristas, todos los días vuelvan, hagan ese camino de retorno hacia la gratuidad con que Dios los eligió”. “No caigan en el alzhéimer espiritual, no pierdan la memoria, sobre todo, la memoria de dónde me sacaron”. “Servir, servir y no hacer otra cosa. Y servir cuando estamos cansados. Y servir cuando la gente nos harta”. “Por favor, por favor, no cobren la gracia. Que nuestra pastoral sea gratuita. Y es tan feo cuando uno va perdiendo este sentido de gratuidad, se transforma, sí hace cosas buenas, pero ha perdido eso”. “Que el Señor les conceda esta gracia a todos y que siga bendiciendo a este pueblo ecuatoriano, a quien ustedes tienen que servir y son llamados a servir”. “Todos los lugares donde voy, siempre el recibimiento es alegre, contento, cordial, religioso, piadoso. De pedir la bendición desde el más viejo a la guagua”. Papa FranciscoJefe de la Iglesia Católica