Pronunciados escotes sobre pechos planos, negras minifaldas y tacones torcidos por su chueco caminar son características que resaltan en las viudas. Estos personajes se detienen frente a los conductores para pedir caridad tras un descarado coqueteo y diversas insinuaciones. En su mayoría son hombres, pero también hay mujeres y niños. Son el ingrediente que no falta cada fin de año en las calles del país. Su historia se remontaría entre los años 1700 y 1800.   A un costado suyo, un monigote de aserrín o de papel con una careta de cartón o de plástico yace postrado en el asfalto. Hay rótulos de despedidas: 'Se va el 2016', 'Chao viejo'.  Empieza la algarabía, junto a un conjunto de farra vespertina y nocturna que pone de fondo la famosa canción: "Yo no olvido el año viejo". Llega el conteo de las canciones de moda.  Este festejo encierra una serie de tradiciones legendarias, supersticiones y costumbres que terminan en una mezcla de farra e inolvidables trasnochadas. La investigadora María Belén Calvache, coautora del libro 'Los Años Viejos' resume la escenificación de esta costumbre como un hecho que se observó entre 1700 y 1800. Cree que este conjunto de prácticas burlescas -que hasta cierto punto se ríen de la muerte- mezcla actos banales con tradiciones. La autora explicó que la quema de personas -representada en monigotes-  es una costumbre que viene desde los fenicios y españoles, pero que se promovió en el Ecuador a través de la Conquista Española. No obstante, la experta advirtió que se localizaron vestigios en la Sierra Norte del país, en donde se quemaban figuras de animales y de frutas en cierta época del año como el Inti Raymi o el Solsticio de Fin de Año. "En el Ecuador se hace una mixtura de tradiciones", reiteró. Los monigotes hace más de 40 años en Quito Las rebosantes y sofisticadas escenografías para decorar los monigotes también forman parte de estas festividades. Estos armatostes se iniciaron en 1900 cuando se generó la tendencia de crear plataformas alusivas a las corridas de toros, también de personajes políticos y hasta deportivos, en donde se dejó un poco atrás el concepto de crear un muñeco viejo y gordo. De esta forma empezó a configurarse una fiesta que duraba entre el 28 de diciembre (Día de inocentes) hasta el 6 de enero. Durante esos días, la gente salía disfrazada representando a varios personajes de diferentes sitios de Quito y se concentraba sobre todo en las plazas de San Francisco, Santo Domingo, Plaza Grande y la antigua Plaza Arenas. Alrededor de 1950, en las plazas se realizaban unas 'gymkanas', que eran unas covachas donde se servía todo tipo de comida. Y en la tarde, varias bandas de pueblo animaban las fiestas. Ahí desfilaban personajes alegóricos de la época como los payasos, la chuchumeca, los belermos, el mono y la viuda. "Eran lugares de concentración de comparsas en donde bailaba el populacho". A finales de la década del 70, la configuración de los 'viejos' adquiere un sentido de masificación. Ya no solo se limitó a los muñecos colocados en los portales de las casas por los vecinos del barrio, sino que se conformó una exposición y un concurso compuestos en un festival de años viejos. El primer festival encaminó el Municipio de Quito. En ese entonces, quien se destacaba por sus creaciones era el Cuerpo de Bomberos de Quito, que armaban sus propuestas con impresionantes escenografías para la época. La empresa de bebidas ILSA copió la iniciativa. Realizó un concurso en donde iban a visitar a los barrios y entregaban sus productos como premios de la época: 'Seco Golpeado', al 'Gallito', entre otros tragos. A inicios de la década del 80, Diario Hoy organizó el festival en la avenida Amazonas, en el sector de La Mariscal, para promocionar el matutino, ya que en el punto se repartían ejemplares del periódico. Al año siguiente, según la experta, ese periódico se vio obligado a hacer un concurso similar, lo que originó la tradición de la muestra de monigotes a lo largo de la avenida. Con el paso de los años, el Cabildo entregó financiamiento a ese medio para el concurso, que luego pasó a Metrohoy y que ahora está en manos netamente del Municipio. La experta recordó que durante la administración del alcalde Augusto Barrera se quiso replicar la experiencia instalando la festival en el sur de la capital, pero no tuvo la misma respuesta. 'Quemar al jefe' para que le vaya bien Esperar a que termine el año para hacer arder los muñecos es el acto más significativo de estas festividades. Calvache explicó que este acto también tiene una significación. A su criterio, es el olvido del ciclo que se va, para que el siguiente sea mejor. La experta puso como ejemplo que en las oficinas suelen calcinar las imágenes de sus jefes. Explicó que si bien ellos reniegan de que se los queme, dentro de las creencias populares representa que si a la representación de una figura se le prende fuego le va a ir mejor el siguiente año. No obstante, la especialista reconoció que en las representaciones de figuras políticas el panorama es distinto. En este espacio, las personas que participan en la quema, lo hacen bajo un "clima de desquite". "La gente expresa que ya no quiere ver a ese personaje el próximo año". Calvache dijo que -con base a sus investigaciones- determinó que cuando un año es más conflictivo, se incineran más muñecos, ya que considera que "la gente está desesperada por la situación económica, la situación política de ese año y ahí proliferan más años viejos". Viudas que se acoplan a la moda Las viudas son personajes emblemáticos en estas festividades. Son hombres que se disfrazan de mujer y se aceran a las personas para pedir caridad por el entierro de su esposo. Calvache explicó que esta 'dama de negro' representa el duelo que vive una mujer que va a quemar a su marido que es el monigote, pero esta incineración será para que reciba recompensas. En décadas pasadas, las viudas se tapaban con velos negros para ocultar el rostro, con largos vestidos y enormes enaguas, similar a la época de 1950. Aún así tenía un aspecto jocoso. Al principio, la viuda se alzaba un poco el vestido para generar deleite en los transeúntes; pero con el tiempo el personaje evolucionó y ahora desfilan viudas más atrevidas: hombres que utilizan minifaldas, tacones, brasieres y en muchos casos con exagerado maquillaje y coloridas pelucas. "Es un juego en donde se provoca al otro para que le dé una moneda que servirá para quemar al viejo o para comprar el trago...". (I)