Los alumnos de los hospitales vencen fracturas, cáncer y toda adversidad

Martes por la ma&ntilde;ana. El ajetreo y los murmullos de las personas que buscan atenci&oacute;n en el &aacute;rea de consulta externa del Hospital Carlos Andrade Mar&iacute;n (HCAN) contrastan con el silencio que existe al cruzar una puerta de vidrio, en el segundo piso del centro p&uacute;blico de Quito. Desde el cristal se observa un cuarto con el dibujo del cuerpo humano pegado en la pared, un planeta celeste a escala, un pizarr&oacute;n y pupitres. Hay dos mujeres que visten uniformes parecidos al de las enfermeras, pero son docentes. Junto a ellas hay dos ni&ntilde;os con pijama que escriben sobre cuadernos. Uno de ellos es Mat&iacute;as Ramos, quien a&uacute;n no cumple los cuatro a&ntilde;os de edad, pero tiene la arteria principal de su coraz&oacute;n fisurada. Padece de coartaci&oacute;n de aorta: una malformaci&oacute;n card&iacute;aca cong&eacute;nita que es poco com&uacute;n en el pa&iacute;s. Desde hace dos meses est&aacute; internado. Sus frecuentes convulsiones no le permiten regresar a su casa ni a su Centro de Desarrollo Infantil. Pero &lsquo;Maty&rsquo;, como lo llama su hermana Melani, est&aacute; empe&ntilde;ado en recibir clases. Actualmente lo hace a trav&eacute;s del Programa de Atenci&oacute;n Educativa Hospitalaria, una iniciativa implementada por el Ministerio de Educaci&oacute;n (MinEduc). El objetivo del proyecto -seg&uacute;n la Cartera de Estado- es garantizar el acceso, permanencia y aprendizaje de los ni&ntilde;os y adolescentes en etapa de enfermedad, tratamiento o reposo m&eacute;dico prolongado. Antes de su ingreso hospitalario, &lsquo;Maty&rsquo; estaba en primer a&ntilde;o de formaci&oacute;n: Inicial I. Las clases que recibe son personalizadas. El martes aprendi&oacute; a diferenciar las figuras grandes de las peque&ntilde;as. En esa etapa tambi&eacute;n adquirir&aacute; h&aacute;bitos de aprendizaje. {unitegallery aula_19_01_17} Maty y &Eacute;rick est&aacute;n al d&iacute;a &Eacute;rick Calvache, de cinco a&ntilde;os, est&aacute; sentado a pocos metros de Mat&iacute;as. A diferencia de su compa&ntilde;ero de aula y de hospital, &eacute;l sabe con certeza cu&aacute;ndo saldr&aacute; de esa casa de salud: despu&eacute;s de su operaci&oacute;n. El ni&ntilde;o sufri&oacute; varias fracturas en su pierna derecha. Mientras resuelve una tarea de Lenguaje, la punta de su l&aacute;piz se rompe, el peque&ntilde;o no puede usar su mano derecha, pues est&aacute; cubierta con una especie de guante que le permite tener conectadas las v&iacute;as intravenosas por las cuales le administran sus medicamentos. A veces se queja de dolor, pero lo supera y le pide a su maestra &Aacute;ngela Ruiz que le ayude a afilar su l&aacute;piz y sigue con su tarea. Todos los d&iacute;as, &eacute;l y 18 chicos reciben clases desde las 07:00 hasta la 13:30. Tamara Espinosa, la vocera del MinEduc, explica que el programa, a escala nacional, cuenta con 53 profesores permanentes. Los pacientes de escuela y colegio reciben clases en 31 aulas hospitalarias (29 est&aacute;n en los centros de salud y tres en casas de Acogida y Tratamiento). En Quito funcionan seis salones especiales con 13 profesores capacitados en normas de bioseguridad, adaptaciones curriculares y estrategias pedag&oacute;gicas dentro del contexto hospitalario. A las 10:00 es hora del descanso. La hermana de Mat&iacute;as, quien entra al aula, le ayuda a colorear unos c&iacute;rculos dibujados sobre una hoja de papel bond. Sonia Hidalgo, otra de las docentes, precisa que las materias y los contenidos del curso son iguales a los que se aprenden en los centros educativos externos. La &lsquo;profe&rsquo; Sonia es experta en el trabajo con chicos internados. En 2006 dict&oacute; clases a los ni&ntilde;os con c&aacute;ncer en el Hospital de Solca. &ldquo;Ense&ntilde;ar a estos chicos es un reto gratificante. A diario nos ideamos millones de t&eacute;cnicas para que no se depriman y disfruten la clase&rdquo;. Todos los trabajos y tareas que hacen son calificados. Las notas que obtienen durante su internado son validadas por el MinEduc y enviadas a cada una de sus instituciones. De esa forma se garantiza la continuidad de la educaci&oacute;n y as&iacute;, cuando salgan, estar&aacute;n al d&iacute;a. El programa tambi&eacute;n promueve las relaciones interpersonales entre los hospitalizados y sus compa&ntilde;eros de escuela o colegio. Por ello, los j&oacute;venes pacientes reciben cartas, dibujos y dulces de sus amigos. Ellos tienen visitas de las autoridades de su plantel. Emilia, Carlos y Lola est&aacute;n muy cerca de lograr una haza&ntilde;a En el cuarto piso se encuentra el &aacute;rea de oncolog&iacute;a. All&iacute; est&aacute;n internados tres adolescentes que cursan tercero de bachillerato, el &uacute;ltimo a&ntilde;o de secundaria. Emilia, Carlos y Lola viven con leucemia (c&aacute;ncer a la sangre). Los dos primeros est&aacute;n estables y con cierta frecuencia reciben clases. Lola, en cambio, atraviesa un estado paliativo (cuidados desarrollados cuando la situaci&oacute;n del paciente es irreversible, sin que eso implique que se le dejen de practicar otros tratamientos para su bienestar). Sonia es la encargada de su formaci&oacute;n. Ella recuerda que un d&iacute;a, mientras repasaban matem&aacute;ticas, Lola -consciente de su estado de salud- le cont&oacute; su sue&ntilde;o. &ldquo;Me dijo: &lsquo;Quiero lucir el uniforme de mi colegio con la capa y la muceta&rsquo;&rdquo;. Frente a esa realidad, el personal del hospital y las autoridades del MinEduc planificaron una ceremonia simb&oacute;lica para Lola. Espinosa asegura que los alumnos que se encuentran m&aacute;s delicados de salud se benefician del programa aulas m&oacute;viles. Bajo esa modalidad, los docentes visitan a los pacientes en cada habitaci&oacute;n. Marco, de 14 a&ntilde;os, nunca ha recibido clases en el aula hospitalaria. Su condici&oacute;n, un mal respiratorio que no tiene cura, lo obliga a vivir conectado de un aparato especial que solo hay en Terapia Intensiva. Eso no ha impedido la continuidad de sus estudios. Todos los d&iacute;as su &lsquo;profe&rsquo; Sonia lo visita en su cama. Desde las 09:00 hasta las 10:00 refuerzan los contenidos de Matem&aacute;ticas y Lenguaje. La docente comenta que &lsquo;Marquito&rsquo;, como lo llaman cari&ntilde;osamente, es bueno con los n&uacute;meros, resuelve las operaciones sin complicaciones. En dos meses Marco cumplir&aacute; un a&ntilde;o de internado en el HCAN. Por ello, su rostro es familiar para m&eacute;dicos, enfermeras y docentes. Ellos lo llaman &ldquo;el hijo del hospital&rdquo;. La mam&aacute; biol&oacute;gica del joven trabaja de conserje en una escuela privada, en el extremo norte de Quito. La distancia y su horario laboral no le permiten visitarlo a diario. Por eso, ella va fijo los fines de semana. A pesar de vivir conectado, Marco &ldquo;es una fiesta permanente. Siempre sonr&iacute;e y est&aacute; de buen &aacute;nimo&rdquo;, indica la docente. Son las 13:30. Las clases en el aula hospitalaria finalizan. Los ni&ntilde;os vuelven a sus habitaciones para almorzar y recibir sus medicinas. En cambio, las profesoras y amigas Ruiz e Hidalgo califican las tareas enviadas y empiezan desde ya a planificar lo del siguiente d&iacute;a. (I) Datos La iniciativa, desde enero hasta noviembre de 2016, benefici&oacute; a 5.158 pacientes. Cada alumno puede ser atendido una o varias veces, seg&uacute;n su necesidad. El programa est&aacute; destinado a los hospitales de segundo y tercer nivel de la Red de Salud P&uacute;blica (MSP, IESS, Isspol, Issfa), a los de la red complementaria (privada) y a las casas de acogida y tratamiento. Los padres de familia pueden solicitar la inclusi&oacute;n de sus representados a trav&eacute;s del m&eacute;dico. El galeno inicia el proceso para que el ni&ntilde;o o adolescente reciba clases en el hospital. En Guayaquil el programa funciona en tres centros: Casa de Acogida Libertadores, Casa de Acogida Juan El&iacute;as y en el Hospital Pedi&aacute;trico Francisco de Icaza Bustamante. En Quito hay cinco hospitales con aulas hospitalarias: Enrique Garc&eacute;s, General de las Fuerzas Armadas, el HCAN, Pedi&aacute;trico Baca Ortiz y Solca. La Casa de Acogida Pumamaqui tambi&eacute;n es parte del programa. Est&aacute; previsto, para el 2017, que otras 19 aulas de este tipo empiecen a funcionar en el pa&iacute;s. La implementaci&oacute;n beneficiar&aacute; a 69.320 ni&ntilde;os y adolescentes. La propuesta implica la vinculaci&oacute;n de 400 docentes debidamente capacitados. A escala regional, Ecuador es el quinto pa&iacute;s con m&aacute;s aulas hospitalarias. El primero es Argentina con 396, seguido de Brasil con 189, M&eacute;xico con 182 y Venezuela con 78. En Ecuador hay 31 aulas de este tipo. (I)