Mediante huertos familiares, un grupo de 20 mujeres de la comuna Pasto de la parroquia La Libertad, en el cantón Espejo (Carchi), cultivan desde hace un año plantas con el objetivo de no dejar que el conocimiento de la medicina natural se pierda en el tempo. Según Irene Enríquez, representante de la comuna, los adultos mayores les han enseñado que las plantas son buenas para una u otra cosa. Aunque han investigado, el manejo lo aprendieron de forma nativa. Tomillo, cedrón, hierbabuena, borraja, uvilla, ruda, manzanilla y otras se cultivan en la parte baja en los huertos, pero para curar alguna dolencia que requiera plantas de la parte alta, como díctamo, valeriana de páramo, arquitecta, chuquiragua y otras, Enríquez indica que se trasladan hacia el páramo y las buscan. Uno de estos huertos fue implementado en la parte posterior de su vivienda por Silvia Guevara, moradora; quien sostiene que ahora le sirven las plantas para cualquier tipo de dolencia, como dolor de estómago, espasmos, cólicos, dolor de cabeza, entre otras molestias. Incluso aprendió que el agua de chuquiragua es buena para las dolencias de la próstata. En su pequeña huerta cultivó uvilla, manzanilla, tomillo, valeriana, ruda, toronjil, arrayán, puliz y romero, plantas que comparte con vecinos. Generalmente las personas de la tercera edad conocen la medicina ancestral, dijo Enríquez, por tanto, a través de un proyecto de comunidades de los páramos, la agrupación de mujeres decidió implementar los huertos familiares. En esta comuna se toma muy en cuenta el uso de las plantas, por ejemplo, para el dolor de estómago beben una agüita de díctamo.Hace un par de semanas, en el auditorio del Consejo Nacional Electoral en Carchi, se socializó el cuerpo legal del Proyecto de Código Orgánico de la Economía Social del Conocimiento, Creatividad e Innovación, más conocido como Ingenios, que se tramita en la Asamblea Nacional. Para Enríquez, esta normativa podría servir para proteger el conocimiento comunal. Ella indica haber escuchado que vienen personas de otros lugares, se llevan las plantas y las patentan. “Nosotros, que somos los dueños de los lugares donde crecen, no podemos tener acceso, porque ya está patentada, sería bueno que nos ayudaran con la protección de las plantas ancestrales”, expresó Enríquez. De igual forma, hace algún tiempo, un comunero investigó los usos de la planta de sunfo y surgió la idea de hacer un té sunfo, pero luego se concluyó que, de hacerlo, habría demasiado impacto para el páramo, por cuanto esta planta crece a más de 30.000 metros de altura. Para contribuir con el cuidado y protección de los páramos, esta comuna participa en el proyecto Socio Bosque, del Ministerio del Ambiente. Antes los páramos eran explotados y había un avance de frontera agrícola, ahora existe un cuidado con 14 guardias ambientales. De los huertos también se beneficia la comunera Estela Paspuezán, quien señala que, al tener sus propios productos medicinales en la misma comuna, aprendieron los usos de las plantas.La FAO destaca que los huertos familiares resultan imprescindibles para lograr la seguridad alimentaria y el desarrollo rural sostenible a nivel global. De acuerdo con el organismo internacional, más de 500 millones de campesinos con fincas familiares gestionan la mayor parte de las tierras y producen alrededor del 80% de los alimentos del planeta. Las explotaciones familiares también custodian el 75% de todos los recursos agrícolas mundiales y son claves para mejorar la sostenibilidad ecológica, pero también son más vulnerables al cambio climático. El informe de la FAO alertó que, si bien la evidencia muestra excelentes rendimientos en las tierras, muchas granjas pequeñas no pueden generar lo suficiente para proporcionar medios de vida decentes a sus miembros. (I) Datos En muchas comunidades rurales de América Latina y el Caribe se desarrollan huertos y granjas familiares que tradicionalmente están localizados junto a la vivienda rural. La FAO, en su informe sobre huertos familiares, indica que estos espacios tienen, por lo general, una superficie de tierra que varía entre 100 y más de 1.000 m². Son una vía directa para la alimentación del hogar. Los huertos familiares de América Latina son la consecuencia de una serie de influencias étnicas que se remontan a la época precolombina. Según la FAO, los mayas desarrollaron este tipo de zonas. En 2014, la FAO reconoció a 5 huertos familiares en Quito, pero en la zona urbana de la capital. Estos son: Catzuquí de Moncayo, Orpron, Kinde 1, Puertas del Norte 2 y el huerto demostrativo de Conquito.