Un enfoque distinto, con énfasis en la bioeconomía (parte de la Estrategia Nacional de la Biodiversidad), anunció el nuevo ministro del Ambiente, Tarsicio Granizo. “Queremos incidir en la productividad de este país y que el trabajo  desarrollado aporte decididamente a la reducción de la pobreza”, expresó ayer durante el seminario ‘Bioeconomía hacia una economía basada en la biodiversidad y los servicios ecosistémicos’, que se efectúa hasta hoy en Quito. Granizo aclaró que el fin último de la bioeconomía es la producción y comercialización de insumos obtenidos a través de transformaciones físicas, químicas y material orgánico. Para ello -añadió- es necesario conocer con exactitud  la  biodiversidad del país. “Unos dicen que solo conocemos el 5% y en el aspecto marino, menos del 2%; por eso se necesita una articulación poderosa entre el sector de conservación, la academia y el productivo”. Con ello lo que se busca es reducir las importaciones y diversificar la producción a través de artículos con valor agregado. “No se puede seguir importando productos naturales que se pueden elaborar aquí como colorantes, ceras y aceites esenciales”. Según el ministro, la importación de estos productos en 2014 representó $ 96 millones. De igual manera, reveló que el sistema de áreas protegidas generó ingresos por $ 115 millones y un gasto de $ 21 millones.  Sobre la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París contra el cambio climático, Granizo expresó que es lamentable el hecho y que, al parecer, el presidente norteamericano, Donald Trump, cedió a presiones económicas. “Para nosotros esto es un retroceso en el multilateralismo necesario para enfrentar este tema de connotaciones planetarias. Si no estamos  combatiendo esto, será muy difícil que logremos resultados concretos, sobre todo porque EE.UU. es el responsable de la cuarta parte de emisiones de los gases de efecto invernadero”. (I)