Al nacer uno de cada 2 niños en Ecuador no se alimenta con leche de la madre de forma exclusiva y para el cuarto mes cuando debían continuar con la lactancia materna, la proporción fue aún menor. Solo en el primer mes de vida el 52,4% de los bebés ingiere leche materna sin combinarla con otros productos como las llamadas fórmulas. “Entre los líquidos que se introducen antes de los 6 meses, la leche de fórmula es la de mayor proporción desde el primer mes de vida. Esta situación significa un peligro para la salud ya que el consumo temprano de otro alimento interfiere con la lactancia materna y expone al infante a infecciones”, indica la Encuesta Nacional de Salud (ENSANUT). Según el informe, el 76,5% de los bebés menores de un mes toman leche de fórmula. Pese a los esfuerzos de la industria por crear un producto que reemplace a la leche materna, ninguna de las llamadas fórmulas ha llegado a ser igual o superior. Uno de los componentes difíciles de incluir en la leche de fórmula es la alfa-lactoalbúmina, una de las proteínas presentes en el suero de la leche, al igual que la seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina y lisozima. La nutricionista Silvia Alejandro califica a la alfa-lactoalbúmina como una proteína de oro, porque tiene relación directa con los anticuerpos que genera el organismo. Además, este componente junto a la caseína constituye la principal fuente de aminoácidos y es esencial para la síntesis de lactosa en la glándula mamaria. Si bien esta proteína está presente en la leche de vaca, Alejandro señala que los niveles no son los mismos y tampoco los adecuados. La leche materna tiene aproximadamente 30% de proteínas, mientras que la leche de vaca tiene 80%, incluyendo la caseína. “Los glóbulos de proteínas de la leche de vaca son mucho más grandes y eso hace que la inmadurez fisiológica del niño no pueda metabolizarlos y sea propenso a las alergias, problemas digestivos y respiratorios. La leche materna viene hidrolizada, lista para que el niño pueda metabolizarla”. Un estudio publicado en la revista Alergia México señala que para la correcta nutrición durante el primer año de vida, se deben tomar en cuenta diversos factores como la maduración del tubo digestivo, la naturaleza de los alimentos complementarios y la composición de los lácteos que el niño reciba. De acuerdo a la Sociedad Europea de Gastroenterología Pediátrica, Hepatología y Nutrición, una de las metas más importantes que tienen las industrias de fórmulas lácteas para mejorar sus productos respecto a las proteínas es acercarse al contenido total de éstas, así como al perfil de aminoácidos. Las fórmulas se presentan en el mercado de 3 formas: Las primeras son las estándares, que no sufren modificación. Las segundas son las fórmulas de iniciación para satisfacer las necesidades nutricionales normales de los lactantes de 4-6 meses. Las terceras, de continuación, pensadas para utilizarse como porción líquida de la dieta en el proceso de introducción de alimentos diferentes a la leche a partir de los 6 meses de edad. La alfa-lactoalbúmina es una proteína rica en triptófano, el cual es precursor de la serotonina. El triptófano se encuentra aproximadamente 50% menos en la leche de vaca y está limitado en las fórmulas. Actualmente la industria encargada de las fórmulas lácteas logra un parecido con la leche materna, invirtiendo la relación entre el suero y la caseína del producto de la vaca. Una de las marcas que asegura haber logrado incluir la alfa-lactoalbúmina en sus fórmulas es Promise PE. “A través de un proceso patentado se extrae la leche bovina y se la enriquece con la proteína, y la concentramos para que se parezca al producto de la madre”, asegura Rafael Quevedo, médico nutriólogo de la empresa. Él reconoce que un niño que crece con leche materna, lo hace de forma distinta a uno que toma un producto de fórmula. “Con la fórmula estándar el niño es más pesado y grande, porque tiene mayores aportes de nutrientes y eso hace que quede programado para la diabetes, obesidad, hipertensión y enfermedades cardiovasculares”. (I)