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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Una de las prácticas más amigables con el ambiente y menos costosas es aprovechar la luz del sol y apagar los focos

Un foco de 100 watts por 100 horas emite tres kilos de dióxido de carbono

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Desde el 30 de noviembre hasta el 10 de diciembre los ecologistas y ciudadanos comunes estarán a la expectativa de que sus líderes logren un acuerdo lo suficientemente ambicioso y vinculante que permita mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados. De lo contrario el planeta de los humanos estaría en peligro.

Frente a eso y a días de que empiece la COP 21, en París, el reconocido investigador sobre desarrollo sostenible Bjorn Lomborg es pesimista al respecto. En un artículo publicado en la revista Global Policy, Lomborg mide el impacto real de todas las promesas que han hecho los países en la antesala de la COP 21 y concluye que su impacto será insignificante.

El director del Copenhagen Consensus Center y uno de los 100 pensadores más relevantes por la revista Foreign Policy sostiene que los negociadores en París están tratando de abordar el calentamiento global de la misma manera en que ha fracasado durante 30 años: haciendo promesas que son individualmente costosas, tendrán poco impacto aún dentro de 100 años, y de las que muchos gobiernos tratarán de evadirse.

“Esto no funcionó en Kioto, no funcionó en Copenhague, no ha funcionado en las otras 18 conferencias sobre el clima o las innumerables reuniones internacionales. El anuncio de que habrá una gran diferencia en París es una ilusión”, afirma.

En el artículo se menciona que si todas las naciones mantienen sus promesas, las temperaturas se reducirán en solo 0,05 °C. Incluso si cada gobierno del planeta no solo mantiene todas las promesas de París, reduce las emisiones para el año 2030, y transfiere la falta de emisiones a otros países, sino que también mantiene estas reducciones de emisiones en todo el resto del siglo, las temperaturas se reducirán en solo 0,17 °C para el año 2100 (ver infografía).

Pero no todo es crítica, el autor también plantea alternativas. Señala que en lugar de impulsar el alza del precio de los combustibles fósiles, se debe generar energía verde que sea tan barata y que todos la quieran. “El camino es impulsar la investigación y el desarrollo de energías verdes”, se lee en artículo publicado.

Como parte de su artículo, el experto cita a la Agencia Internacional de Energía (AEI), la cual estima que en los próximos 25 años se gastarán alrededor de $2,5 billones en subsidios y la reducción de temperatura será de menos de 0,02 °C.

La AIE calcula que en la actualidad obtenemos el 0,4% de la energía a partir del viento y de la energía solar fotovoltaica, partiendo de un escenario optimista la fracción solo aumentaría al 2,2% en 2040.

En Ecuador, a pesar de que el nivel de emisiones es mínimo, ya se impulsa la energía eólica y fotovoltaica. En las islas Galápagos y en la provincia de Loja ya son una realidad. En el archipiélago -por ejemplo- el sistema fotovoltaico contribuye con la provisión del 30% de la energía, mientras que la Central Eólica de Loja produce 59.57 GW/año, que permite cubrir el 30% de la demanda de las provincias de Loja, Zamora Chinchipe y el cantón Gualaquiza de Morona Santiago.

¿Cómo ser parte del cambio desde la cotidianidad?

Además de los esfuerzos que hacen los gobiernos y los compromisos que se plantean las grandes potencias mundiales, cada ciudadano, desde su casa, escuela u oficina puede contribuir a mitigar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y así reducir el calentamiento global de la Tierra y con ello el Cambio Climático.

Si bien es cierto que gran parte de las emisiones de GEI son el resultado de actividades en las que los ciudadanos tienen poca influencia como la producción industrial, también es una realidad que las actividades cotidianas de todas las poblaciones generan emisiones.

El ecologista e ingeniero ambiental Carlos Centeno comenta que las personas emiten GEI cuando hacen uso de combustibles. “Al quemar leña, gas o gasolina estamos liberando el carbono de esos combustibles y convirtiéndolo, junto con otros gases, en dióxido de carbono (CO2), principal gas de efecto de invernadero.

El uso del vehículo es una de las principales fuentes de contaminación directa de los humanos. Por cada tres litros de gasolina quemada se emite cerca de un kilo de dióxido de carbono. Un litro de gasolina alcanza para -en promedio- recorrer 10 kilómetros. Si se avanza 50 kilómetros diarios se emiten aproximadamente 15 kilos de dióxido de carbono por día (además de otros contaminantes).

La electricidad también resulta perjudicial para el planeta, esto porque un alto porcentaje de la energía se genera a partir de hidrocarburos como el petróleo, el carbón y el gas natural. Por ejemplo, un foco de 100 watts genera un kilowatt-hora (término para medir la electricidad).

Para generar un kilowatt-hora se requiere de un tercio de litro de petróleo. Quemar un litro de petróleo implica emitir cerca de un kilo de dióxido de carbono. Por lo tanto, el uso de un foco de 100 Watts por 100 horas resulta en la emisión de hasta tres kilos de dióxido de carbono, calcula Centeno, quien agrega que una buena práctica es usar focos ahorradores y optar por sensores de luz y agua en las viviendas u oficinas.

Andrés Pillajo optó por esa alternativa para el diseño y la construcción de su nueva vivienda, en Tumbaco, en las afueras de Quito.

Dice que reducen a la mitad el agua que se consume en cada descarga de agua en los baños. Y en el caso de la luz, esta se apaga cuando no detecta movimiento.

Según el Banco Mundial, si el calentamiento global supera los 2 grados centígrados, regiones como la Amazonía sufrirían consecuencias que podrían desencadenar una emergencia en esa región. Cuando la temperatura sube, aumenta la velocidad del ciclo del agua y hay precipitaciones severas y sequías extremas. Islas y ciudades costeras podrían desaparecer con las inundaciones.

Otra de las prácticas aconsejables es aprovechar al máximo la energía del Sol. En las mañanas se puede abrir las cortinas para evitar encender la luz. Además hay que evitar la calefacción en invierno. En su lugar se puede instalar un aislamiento en paredes, para reducir el frío. Si la persona radica en la Costa puede optar por abrir las ventanas durante el día y cerrarlas en la noche. (I)

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