La parroquia Baños de Cuenca, hace 50 años, era considerada el lugar perfecto para los paseos. En ese entonces, los cuencanos realizaban un ‘largo viaje’ desde el centro de la ciudad, según recuerda Ariolfo Castro, un ciudadano de 75 años que ahora goza de su jubilación, pero que mantiene intactos los recuerdos. “Ahora todo está cambiado, teníamos que ir por un viejo camino —que todavía existe— en los pocos carros que había, pero otros iban caminando”, refiere a su vez Hugo Vélez, quien aún maneja su taxi y da servicio a la ciudad. Según él, los fines de semana, los cuencanos armaban su fiambre (comida) para emprender el viaje hasta Baños y disfrutar en este sitio de las aguas termales, que siempre llamaron la atención de los turistas y los propios azuayos. En ese entonces, para los visitantes, el objetivo no era solo llegar a la parroquia e ir a las piscinas, sino también subir hasta los ‘hervideros’, donde el agua caliente —e incluso extremadamente caliente— bajaba por la montaña, siguiendo un canal formado por la corriente del líquido. “Allí los viajeros enduraban los huevos de gallina que llevaban para su almuerzo. Los colocaban en un pañuelo y en menos de cuatro minutos ya estaban listos para servirse”, dice Vélez. Algunos habitantes manifiestan que el agua termal era tan fuerte “que había que tener cuidado”. “Actualmente el cauce está canalizado porque los visitantes comenzaron, no solo a entibiar los huevos, sino a pelar los cuyes y gallinas, contaminando el agua que los turistas utilizaban en los balnearios”, indica una ciudadana de Baños, quien prefiere el anonimato. Los Miércoles de Ceniza eran los días más concurridos; las pocas piscinas que existían en ese entonces pasaban completamente llenas. Baños, por la cercanía, era el lugar buscado por los cuencanos para recuperarse luego de los festejos. “Era de ver cómo la gente desde muy temprano llenaba la avenida, por lo tanto, no había peligro para los transeúntes”, cuenta Ariolfo Castro. Según la historia, la existencia de Baños como asentamiento humano se remonta a la época precolonial e incluso preincaica, pues la presencia de recursos naturales, como las aguas termales y vetas auríferas, más su ubicación geográfica entre la llanura que ocupa la ciudad de Cuenca y los pajonales de la cuenca alta del río Yanuncay, la sitúan como un lugar estratégico, por lo que debió ser conocido y poblado por los cañaris originarios de esta parte de los Andes ecuatorianos. En la era republicana, en cambio, se deduce que Baños se creó como parroquia rural de Cuenca en 1824, según la Ley de División Territorial de la Gran Colombia, dictada por Francisco de Paula Santander. Fue legalmente oficializada y ratificada como parroquia rural del cantón Cuenca el 1 de septiembre de 1852, según el Registro Oficial de esa época, depositado en los archivos de la Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit. La modernización llegó a la parroquia Este sector en los actuales momentos cuenta con todos los servicios básicos. El transporte y las telecomunicaciones han modernizado el sitio que sigue siendo el atractivo de todos los turistas. Según Fabián Sánchez, técnico de turismo de la parroquia Baños, el lugar está destinado a paseos, aunque lamentó que hace muchos años solo se promocionan las aguas termales, que son manejadas por una empresa privada dueña de las piscinas, y que el turismo no llega hasta el centro parroquial, donde están el mirador El Calvario y la iglesia de Guadalupe. La construcción del templo se inició en 1950, mientras Alfonso Carrión Heredia era párroco. Por más de 100 años, en el mismo espacio funcionó un pequeño santuario que sirvió de base para la nueva estructura. Su edificación duró cinco años y la inauguración fue el 8 de septiembre de 1955. José Calle, un habitante del lugar, detalla que los materiales que se utilizaron para la construcción del templo, como los ladrillos, se elaboraron en la parroquia con la colaboración de las comunidades de artesanos. Las aguas termales de Baños se han mantenido intactas. En los últimos años se han creado otras empresas que aprovechan este recurso hídrico para ampliar los servicios con hidromasajes, piscinas y baños turcos, obteniendo cada vez mayor afluencia de turistas. Las propiedades curativas que se atribuyen a las vertientes termales han hecho de Baños un próspero centro turístico. Las aguas emergen de la tierra a temperaturas que bordean los 60 °C y 75 °C, y alimentan a las piscinas instaladas en el sector. Hay quienes aseguran que allí hay un volcán apagado. En la gastronomía de la parroquia se destacan sus famosas empanadas de viento. Zoila Seminario ha vendido este producto por más de 30 años cerca de la iglesia. Heredó el negocio de su suegra, Rosa Pucha, una de las pioneras en esta actividad en el sector. Una empanada cuesta $ 0,50 y puede ir acompañada de un tinto o un chocolate caliente. “Las empanaditas nos identifican. Todos los que llegan a este lugar tienen que probar esta delicia”, señala doña Zoila, quien indica que al día vende unas 100, pero que el número se duplica los fines de semana porque hay mayor afluencia de visitantes. Desde la parte alta de esta parroquia también se puede contemplar Cuenca. (I) Datos El 8 de septiembre, la parroquia recibe gran cantidad de visitantes por las fiestas en homenaje a la Virgen de Guadalupe. Alrededor de quince restaurantes de comidas típicas se han instalado en esta parroquia de la zona. El transporte hasta Baños, en buses urbanos, funciona desde las 06:00 hasta las 22:00, por el valor de $ 0,25. En este sitio también están las mejores bandas de pueblo de la ciudad, con la familia Ramón, pioneras en esa actividad.