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El Telégrafo
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Las instalaciones acogen a 80 aves, de diferentes especies, que no han podido ser liberadas

Parque Cóndor: un espacio que promueve la conservación

Cóndores, águilas arpías y búhos son parte de las 18 especies de aves que se exponen en el Parque Cóndor. El centro cuenta con varias aves donadas del exterior.
Cóndores, águilas arpías y búhos son parte de las 18 especies de aves que se exponen en el Parque Cóndor. El centro cuenta con varias aves donadas del exterior.
Foto: Carina Acosta / EL TELÉGRAFO
11 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción Regional Norte

Con una impactante vista del volcán Imbabura, el Cotacachi y el lago San Pablo, el Parque Cóndor recibe a los visitantes que a diario llegan para conocer a las 18 especies de aves rapaces que habitan en él.

El centro se ha convertido en una parada obligatoria para todos los amantes de la fauna silvestre, que acuden al lugar para interactuar con las aves y aprender más sobre ellas gracias a la ayuda de expertos.

Jessica Post es una de las turistas que visitan el recinto, junto con su hermana, Judith.

Llegaron desde Houston, Texas, para conocer los atractivos naturales que tiene Ecuador. “Somos parte de un colectivo que se interesa en el turismo de aventura y conservación. Durante nuestro recorrido hemos visitado varios países de América del Sur, y en Ecuador esperamos visitar la mayor cantidad de lugares, pues sabemos que este país tiene una gran diversidad de flora y fauna”, explica Jessica.

Esta amplia variedad de fauna es la que se protege en el Parque Cóndor, un centro dedicado al cuidado de aves rapaces y a la enseñanza sobre ellas para su conservación.

La protección es el objetivo principal

El proyecto autosustentable inició en 2004 gracias a la iniciativa del holandés Joep Hendriks, quien reside en Otavalo desde el año 2000.

Su amor por los animales y el constante ataque hacia la naturaleza le impulsaron a crear un centro donde socializar los problemas ambientales que ocasiona la destrucción de los ecosistemas y, sobre todo, las repercusiones en las aves rapaces y otras especies animales que habitan en el Ecuador.

El paraje ecológico está situado sobre un área de 17 hectáreas a 2.800 m s. n. m., a donde llegaron cerca de 50 mil turistas, entre nacionales y extranjeros, en 2016.

Su fundador destaca que todas las aves con las que cuenta el centro han sido rescatadas o donadas. Dentro de su plan de conservación se contempla la liberación del mayor número de especies posible.

Para ello, el parque cuenta con una clínica veterinaria a donde llegan las aves rescatadas. “Allí se evalúa la condición del animal para ver si, después de brindarle los cuidados necesarios, puede ser reinsertado en su hábitat natural. De ser así, el ave jamás tendrá contacto directo con la gente, para evitar que se acostumbre al cuidado humano”.

Las aves que no han podido ser liberadas se quedan bajo la protección de los profesionales en el centro, donde son expuestas para que los visitantes aprendan sobre ellas. Las carteleras informativas, además de proporcionar datos sobre el animal, también explican los motivos por los que no han podido ser liberados. Esto como medida para exponer el maltrato que han sufrido por parte de los humanos, pues cerca del 70% llega con heridas de bala y golpes fuertes.

La turista Judith Post apoya esta iniciativa y afirma: “Si varios animales han sido lastimados y ahora son incapaces de sobrevivir en la naturaleza, es mejor que estén a salvo en cautiverio, así se asegura su supervivencia y existe la posibilidad de que produzcan más crías que sí van a poder ser liberadas y ayudarán a mantener a su especie fuera del peligro de extinción”.  

Una de las principales actividades del centro es la exhibición de vuelo, que se realiza para mostrar las aves a los visitantes, al tiempo que se explican sus cualidades y el rol fundamental que desarrollan en el equilibrio del ambiente.

Escandalosa es una de las águilas que se presenta en el show. Fue rescatada por el Ministerio del Ambiente después de vivir varios años en cautiverio, por lo que ahora es un ‘ave impronta’. Este tipo de aves se han acostumbrado a la presencia de humanos y les es imposible regresar a su hábitat natural, puesto que buscarían siempre a personas para que las alimentasen, pues ya no pueden hacerlo por sí mismas.

Esta condición la comparten muchas otras aves en el centro como Peluche, Arieta y Gringo. Esta última es un águila calva americana, que llegó desde Alemania exclusivamente para formar parte de la exhibición de vuelo.

“Los niños —asegura Hendriks— son nuestro público objetivo. Son ellos quienes deben comprender que las aves rapaces no son un peligro para los humanos y que, al contrario de lo que muchos piensan, realizan un control natural que evita la sobrepoblación de roedores, por ejemplo, evitando así la propagación de enfermedades.” (I)

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